terça-feira, 14 de fevereiro de 2017

CARLOS RUVALCABA | A cien años del nacimiento de Juan Rulfo


Este año, el 16 de mayo para ser exacto, se cumplen 100 años del nacimiento de Juan Rulfo, uno de los más importantes escritores de México, en medio de una grave crisis económica, política y social.
Es de esperarse un masivo homenaje al autor de Pedro Páramo, traducido a más de 60 idiomas, como sucedió en el 2014 en el centenario de Octavio Paz, pero la familia del autor se opone tajantemente.
El presidente de la Fundación Juan Rulfo, Víctor Jiménez, en representación de los herederos del escritor, pidió al gobierno mexicano "abstenerse de gastar cualquier suma" en homenajes públicos.
“No queremos que el dinero siga justificando promoción de reflectores para un grupito de escritores de cuarta o quinta categoría que son expertos en hablar en homenajes y en figurar bajo el reflector como expertos en todo, que no lo son en nada”, dice el comunicado.
La decisión ha levantado una gran polémica entre los directamente afectados y algunos admiradores del escritor que desean un homenaje en todo lo alto y quienes creen que los tiempos no están para hacer gastos que benefician a políticos deshonestos y a un puñado de escritores que viven del erario público, a cambio de empeñar con el sistema ultra corrupto, su libertad de pensamiento.
Sin embargo, la Fundación propone que el dinero destinado a las celebraciones, se utilice para dar becas a escritores, fotógrafos y cineastas noveles, ya que esas fueron las disciplinas artísticas que practicó el Premio Príncipe de Asturias de las Letras.
Si bien es cierto que Rulfo es conocido por su trabajo literario, sus fotos costumbristas y paisajes rurales también han dejado huella, así como sus guiones cinematográficos, entre ellos el “El gallo de oro”, que algunos consideran más bien una novela corta.
La Fundación está preparando su propio homenaje en el que destacan una edición especial que incluye sus obras: Pedro Páramo, El llano en llamas, El gallo de oro y algunos textos poco conocidos, además de traducciones de sus obras al náhuatl, maya y zapoteco, así como una exposición itinerante de sus fotografías por varias ciudades de México.
La trascendencia de su novela más famosa podría explicarse en parte, de la siguiente manera:
Juan Preciado fue a Comala para ajustar cuentas con su padre Pedro Páramo. Ésta es la herencia que nos dejó el mestizaje en América Latina y lo peor de todo es que la batalla aún no termina, porque no basta con matar al padre o al abuelo   –que fue como se consiguió la independencia de México y de los países latinoamericanos– para alcanzar la libertad.
El problema no es cosa simple porque todavía en la actualidad, siempre está la posibilidad de que tropecemos con la duda y la confusión que provocó la mezcla de sangres y la realidad del presente zancadilleado por el fantasma del pasado, que embarró a los dioses de piedra de nuestros ancestros, con la sangre de un judío condenado a la pena de muerte por crucifixión, castigo que daban a los criminales.
En medio de ese persistente desconcierto surgió la revolución mexicana que se institucionalizó en 1945 con el Partido Revolucionario Institucional (PRI), todavía ahora en el poder, para desgracia de México y los mexicanos.




 Rulfo no escribe sobre eso –aunque el PRI se parezca mucho a la oligarquía de Pedro Paramo– pero sus textos lo atestiguan cuando convierte el pasado y el presente de Pedro Páramo en una misma cosa, enfatizando el inmovilismo, la negación, el conformismo y el miedo a vivir del mexicano, que en determinados momentos, cuando se entrecruzan la realidad y la metafísica, el problema regional se desborda y abarca la parte más onda del ser humano y de su pequeñez, de su pobreza material y su riqueza imaginativa, que es de donde se sujeta el hijo que va a ajustar cuentas con su padre, el mismo que consiguió la independencia de España, después hizo la revolución y ahora está confundido en la desolación de su historia y la putrefacción de su desesperanza, de ahí en parte la trascendencia del legado de Rulfo.
No hace falta entender a detalle el argumento que Rulfo describe desde su propio Juan, para meterse en ese clima mágico de Pedro Páramo: Comala, una tierra en donde los muertos oyen pasos, pero han perdido todas las esperanzas de volver a la vida.
Juan Preciado es testigo del orden celestial y del más allá, por lo tanto es un muerto. Se han marchado todos los vivos, sólo los muertos habitan aquel lugar, es un purgatorio abierto que está en la tierra y que se mueve por efectos del viento. En este purgatorio terrenal no hay castigos ni recompensas, sólo la memoria que recuerda y el alma que teme esfumarse con el movimiento.
Juan Preciado llega a aquel sitio exigiendo justicia en el páramo. ¡Justicia! ¿Qué puede significar la palabra o el concepto justicia en el páramo de la muerte? Nada, la muerte es muda, oye, pero no habla ni mira, aunque queda la posibilidad de que sienta y de que se desplace en brazos del viento o al menos de la imaginación. Por eso seduce tanto a los mexicanos la idea de la muerte, porque la muerte es inmovilidad, que cuando cobra movimiento es magia.
La inmovilidad es cómoda, pero el que la prolonga se muere. El mexicano se burla de la muerte porque sabe quedarse quieto durante mucho tiempo y cuando se lo quiere llevar, surge desde adentro su caudillo y lo salva.
Toda esa magia procede de la mezcla de sangres que se produjo con la invasión de los españoles. La literatura de Juan Rulfo es puramente mestiza, por eso es reveladora, porque procede de caminos nuevos –si se está de acuerdo en que una cultura de 500 años es nueva– y desemboca en un largo período de inmovilidad que apesta, no sólo en los relatos de Rulfo, sino también y sobre todo en la triste realidad del México de ahora.
Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno se quedó huérfano de padre a los seis años, un evento que lo marcaría por la crueldad del asesinato. Cuatro años después perdió también a su madre. Se formaría en una escuela para huérfanos. Desde entonces su temperamento fue melancólico y eso lo llevaría con el tiempo al alcoholismo y la depresión.
La manera como Rulfo describe la muerte de Miguel Páramo, con los ojos fuera del cráneo por los balazos, corresponde con la muerte de su padre y el personaje enloquecido de Susana San Juan se parece a su madre.
Pero más allá de las anécdotas personales, como su enemistad con Octavio paz, la obra de Rulfo sigue y seguirá vigente no sólo porque retrata la realidad de México,  sino también porque capta el fondo subterráneo del alma mesoamericana, teniendo como superficie de esa profundidad un sentido trágico de la existencia; pupilas afiebradas ante la pesadilla de los ojos abiertos, que son testigos renuentes del paso trascendental que los mestizos han de dar hacia el encuentro consigo mismos.
Es posible que con Rulfo muera ese tipo de literatura, porque sus narraciones son autodestructivas, no hace concesiones y no acepta falsificadores mis seguidores. Su literatura no puede ser una corriente porque está inmersa en sí misma y está más allá del propio autor.



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CARLOS RUVALCABA (México). Escritor y periodista, ha publicado sus novelas y cuentos infantiles en España, Estados Unidos y México. Es autor de una biografía de la pintora surrealista Susana Wald. Página ilustrada con obras de Óscar Sanmartín (Espanha), artista invitado de esta edición de ARC.

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Agulha Revista de Cultura
Fase II | Número 24 | Fevereiro de 2017
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Um comentário:

  1. Ninguna persona podrá impedir el homenaje genuino de sus lectores. Gracias por el texto.

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