sábado, 11 de junho de 2016

S43 | VANGUARDAS NO SÉCULO XX | México: Jorge Fernández Granados & Manuel Iris


JORGE FERNÁNDEZ GRANADOS
FLORIANO MARTINS | ¿Cuál es el punto inicial de la vanguardia en México? ¿Cómo era el ambiente cultural entonces?

JORGE FERNÁNDEZ GRANADOS | En México se considera que, históricamente, fue en la década de los años veinte del siglo XX que aparecieron las vanguardias. En la literatura fueron autores como José Juan Tablada y particularmente los integrantes del movimiento estridentista, como Manuel Maples Arce, Arqueles Vela, Germán List Arzubide, Salvador Gallardo, Germán Cueto y Leopoldo Méndez quienes enarbolaron más visiblemente esa tendencia.
En cuanto al ambiente cultural predominante por entonces, hay que considerar que el país se hallaba inmerso en un periodo de incertidumbre y violencia luego del triunfo de la Revolución de 1910 y el exilio de Porfirio Díaz. Literariamente hablando, la situación era un tanto contradictoria o bien podríamos decir que polarizada. Por un lado, los Estridentistas irrumpían con publicaciones contestatarias y manifiestos que agitaban el entorno cultural principalmente de la ciudad de México, Puebla y Xalapa. Pero, hay que decirlo, no siempre con obras literarias de gran valor. Parecían en este aspecto más preocupados en mostrar una actitud irreverente que en realizar obras de una calidad perdurable. Por otro lado, muchos de los más importantes escritores de aquel momento no eran ni pretendían ser vanguardistas, como Alfonso Reyes, José Vasconcelos, Julio Torri, Ramón López Velarde o bien los más jóvenes, conocidos como Contemporáneos: Carlos Pellicer, José Gorostiza, Xavier Villaurrutia, Salvador Novo, Gilberto Owen y Jorge Cuesta, por mencionar a los más destacados. Los Contemporáneos eran de hecho un grupo que llegó a antagonizar con los Estridentistas y aunque en algunas obras ellos mismos dejan ver cierta huella particularmente del surrealismo (sobre todo Villaurrutia y Owen) no se les puede clasificar como autores de vanguardia.

MANUEL IRIS | La vanguardia de los veinte coincide con los momentos finales de la violencia de la revolución mexicana, que es la época de una naciente institucionalización de la cultura en el país. Institucionalización que llegó a ser omnímoda y parte misma del ser cultural mexicano, tan dado a la burocracia y a cierta sobriedad solemne en sus maneras y sus preferencias estéticas, cosa que se refleja en lo conservador de su poesía central.
El ambiente cultural, en un país que apenas estaba empezando a definir su identidad moderna, era sumamente cambiante. Muchas eran las posibilidades de la cultura y de la identidad nacional (Naciones intelectuales, libro del analista Ignacio Sánchez Prado, relata este momento de la historia cultural mexicana con especial lucidez) y todas ellas estaban enfrentadas. En cuanto a la poesía, el Estridentismo fue nuestra vanguardia radical y programática, beligerante. Fue el único movimiento literario con intenciones sociales contestatarias, el único ismo como tal, en México (esto quizá no sea cierto si se piensa en el Agorismo, pero este segundo ismo mexicano fue prácticamente inexistente, efímero) y tuvo resonancia internacional. El Estridentismo dio resultados estéticos importantes como la novela La señorita etcétera (1922), de Arqueles Vela, y el libro Urbe: Superpoema bolchevique en cinco cantos (1924) del propio Maples Arce, que fue traducido al inglés por John dos Passos con el título de Metropoli. Es importante decir, sin embargo, que el Estridentismo, fue una vanguardia institucionalizada, ya que fue financiado y apoyado por el gobierno del estado de Veracruz, y deja de existir cuando este apoyo se diluye.
MANUEL IRIS
Con todo, castigado por la crítica, el Estridentismo ha sido considerado menor, cediendo desde el inicio el lugar a otro grupo de vanguardia mucho menos radical e iconoclasta, con una sofisticación mucho más burguesa, y que se acomodó de un modo mejor al nuevo México institucional: los Contemporáneos. Este grupo no solamente ayudó a modelar el sistema de educación mexicano, sino que en él hay autores de poemas monumentales que ahora son la base de la identidad de cierta poesía mexicana: Muerte sin fin, de José Gorostiza; Canto a un dios mineral, de Jorge Cuesta; Simbad el varado, de Gilberto Owen, por ejemplo. Sin exagerar, puede decirse que Contemporáneos es la cuna y semilla de buena parte de la poesía central mexicana actual.
El proceso por medio del cual Contemporáneos logra imponer su estética por encima de la del Estridentismo, e incluso por encima de la propuesta por los autores de la novela de la revolución mexicana (Los de abajo, de Mariano Azuela, es el mejor ejemplo de esta postura) es complejo, pero necesario si se quiere comprender la configuración del campo literario mexicano actual, que en muchos modos refleja los resultados de esas tensiones, aunque con los lógicos matices del tiempo, y de posteriores reacomodos.

FLORIANO MARTINS | Los movimientos locales, ¿estaban de acuerdo con las ideas de las vanguardias europeas correspondientes o acaso agregaban algo distinto?

JORGE FERNÁNDEZ GRANADOS | No hay duda que los muy localizados ejemplos de vanguardia en sus inicios en México partían de la emulación de los movimientos europeos, sobre todo del futurismo ruso y el dadaísmo francés. Si bien con diferentes denominaciones y adaptaciones locales (como la consigna del primer manifiesto estridentista: "¡Viva el mole de guajolote!"), la vanguardia resultaba a todas luces un eco imprescindible de la modernidad que por entonces irrumpía con nuevas tecnologías y vehículos, con nuevas conductas y costumbres, con nuevas formas del arte y la comunicación, en fin, con una nueva semiótica cultural en las principales capitales de Occidente.








MANUEL IRIS | Como en toda Latinoamérica, los movimientos vanguardistas mexicanos buscaban cierta independencia creativa, cierta originalidad, respecto a los de Europa. A pesar de ello, el Estridentismo tiene la mente puesta en las propuestas políticas rusas, de la revolución bolchevique, en lo político, y tiene una clara influencia del Futurismo italiano, en lo estético. Los Contemporáneos, por su parte, eran fundamentalmente cosmopolitas con un marcado gusto por lo francés y su poesía, siendo mexicana, no es nacionalista. Unos y otros (Estridentistas y Contemporáneos) son una respuesta natural al hipernacionalismo existente en la novela de la revolución mexicana. Lo mexicano, luego de Contemporáneos, es más bien un tono, cierta manera de concebir la poesía, pero no un conjunto de temas nacionales.

FLORIANO MARTINS | ¿Qué relaciones mantenían estos mismos movimientos con las corrientes estéticas de los demás países hispanoamericanos?

JORGE FERNÁNDEZ GRANADOS | Los vínculos entre los movimientos de vanguardia en Hispanoamérica pasaban, al parecer, casi forzosamente por intermediación de los escasos escritores y artistas que viajaban por aquellos años a París, Nueva York, Viena, Roma o Madrid. No hay muchos documentos que permitan suponer gran retroalimentación entre las naciones latinoamericanas. Sin embargo, cabe citar eventuales intercambios que se dieron más que nada por iniciativas personales. Por ejemplo, la estancia del colombiano Porfirio Barba Jacob o de la chilena Gabriela Mistral por entonces en México o, más tarde, la del guatemalteco Miguel Ángel Asturias y la del peruano César Moro. Asimismo, también está documentada una estancia de Arqueles Vela y Germán Cueto en París (1929-1932) y otra de Germán List Arzubide y Leopoldo Méndez en Estados Unidos (1930). Por último, otras presencias que fueron decisivas para alumbrar esa época en el arte y la cultura de México fueron también la de la fotógrafa de origen italiano Tina Modotti y la del dramaturgo de origen francés Antonin Artaud. No obstante, sobre este aspecto hay aún mucho que investigar para reconstruir toda una red posible de vínculos e influencias que, sin la menor duda, provocaron aquel intenso tiempo de la historia.

MANUEL IRIS | Existió, gracias a la presencia de diversas revistas literarias que circulaban por toda Hispanoamérica, comunicación entre México y la vanguardia de otros países latinoamericanos. Por ejemplo, la revista colombiana Mito publicó a casi todos los autores de Contemporáneos, a gente como Alfonso Reyes y más tarde a Octavio Paz y muchos otros. La presencia de Owen en Colombia fue fructífera para ambos países, al igual que la visita de José Juan Tablada a Venezuela, o el tiempo que José Gorostiza pasó en Cuba, donde estuvo en contacto con los poetas de Orígenes. Sin embargo, a pesar de esta comunicación, en general, puede decirse que Hispanoamérica supo más de México que México de Hispanoamérica, en estos momentos.






FLORIANO MARTINS | ¿Qué aportes significativos de las vanguardias fueron incorporados a la tradición lírica y cuáles son sus efectos en los días de hoy?

JORGE FERNÁNDEZ GRANADOS | Creo que, ante todo, las vanguardias han constituido momentos de renovación profunda en los discursos del arte contemporáneo, así como grandes sacudidas críticas de la cultura predominante. Es innegable que el arte y la literatura del siglo presente no serían lo que son sin el complejo y revolucionario recorrido que significó el siglo XX. La modernidad, sin embargo, es un fenómeno histórico que no ha cesado ni concluido pese a las elaboradas teorías de la posmodernidad. En la medida en que dicha modernidad sigue afectando y transfigurando la cotidianidad y sus nuevos códigos de comunicación, la vigencia del sentido de las vanguardias tampoco ha culminado. Así, el talante crítico, la actitud inconforme e irreverente, la inquietud por innovar en todos los terrenos, la flexibilidad y adaptabilidad de las formas y los lenguajes, la participación del azar, el humor y la ironía, son todos estos atributos una herencia que en buena medida debemos reconocer a las múltiples vanguardias que han atravesado la cultura y el arte de nuestro tiempo.
En México los procesos de renovación que suelen venir aparejados a la actividad de las vanguardias han resultado paulatinos. No se puede decir que hayan cambiado de un día para otro el rostro de la literatura mexicana, pero es evidente su efecto digamos tanto irreversible como acumulativo en el gusto de las nuevas generaciones.

MANUEL IRIS | Existen varios aportes de la vanguardia en la tradición lirica mexicana, pero pocos de ellos parten de la vanguardia radical europea o mexicana. Muchos de los escritores cercanos a cualquier corriente de vanguardia han decidido no llamar las cosas por su nombre o incluso negar completamente su estirpe. Pensemos en Octavio Paz negando su etapa surrealista o experimental y, entre los poetas vivos actualmente, por ejemplo, José Díaz Cervera y Max Rojas son ejemplo, en distintas generaciones, de escrituras cercanas al surrealismo, sin llamarse nunca a sí mismos surrealistas.
O sea: efectivamente hay aportes significativos de la vanguardia en México. Muchos tienen que ver con la asociación sonora como modo de elegir palabras en el poema, cosa que afecta su significado final, o con alguna irreverencia conceptual, aunque sin intención política. Sucede, sin embargo, que la conservadora poesía mexicana central tiene a no llamar las cosas por su nombre.
Con todo, existe una clara tendencia de la crítica actual, como la de Evodio Escalante y otras personas, por rescatar al Estridentismo, por ejemplo. Del mismo modo varios poetas jóvenes declaran más claramente su no-conservadurismo estético, su experimentalidad. Esto no es necesariamente generador de grandes obras, pero sin duda es síntoma de cierto desgaste de los modos solemnes de escribir poesía en México, que han llegado a convertirse en un tic. El peligro, por supuesto, es que las formas experimentales suelen desgastarse con mucha rapidez.
Por otro lado, estoy convencido de que las nuevas tecnologías de comunicación, particularmente las redes sociales, han creado un nuevo código de conducta entre los autores, y una nueva manera de relacionarse entre ellos, y con sus lectores y críticos. El campo literario mexicano y sus protagonistas van variando el modo en que se relacionan. Estas nuevas maneras no han sido estudiadas, pero evidentemente suceden, existen.

FLORIANO MARTINS | Los documentos esenciales de las vanguardias, ¿se han recuperado?, ¿es posible tener acceso a ellos?

JORGE FERNÁNDEZ GRANADOS | La mayoría de los documentos, obras y publicaciones del movimiento estridentista han sido conservados y, hasta donde tengo entendido, es posible acceder a ellos. Hay incluso no pocas investigaciones bastante serias y exhaustivas sobre el tema que se han realizado en años recientes por parte de académicos y críticos avezados. Cabe señalar, en este sentido, los libros de Luis Mario Schneider, El estridentismo o una literatura de la estrategia (Conaculta, 1997), de Silvia Pappe, El movimiento estridentista atrapado en los andamios de la historia (UNAM), 1998), de Evodio Escalante, Elevación y caída del estridentismo (Conaculta, 2002) y de Elissa Rashkin, The Stridentism Movement in Mexico: The Avant-garde and Cultural Change in the 1920's (Maryland, Lexington Books / Rowman and Littlefield, 2009).

MANUEL IRIS | Hasta donde conozco, es posible acercarse a estos documentos, y cada vez están siendo más rescatados y reeditados. Ese no es un problema insalvable, aunque ciertamente existe.

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Jorge Fernández Granados (México, 1965) | Manuel Iris (México, 1983)

Capítulo XI do livro Espelho Inacabado – Imaginário das vanguardas na América Hispânica, de Floriano Martins © 2016 ARC Edições. Artista convidado: Agustín Lazo (México, 1896-1971)





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Organização a cargo de Floriano Martins © 2016 ARC Edições
Imagens © Acervo Resto do Mundo
Esta edição integra o projeto de séries especiais da Agulha Revista de Cultura, assim estruturado:

1 PRIMEIRA ANTOLOGIA ARC FASE I (1999-2009)
2 VIAGENS DO SURREALISMO, I
3 O RIO DA MEMÓRIA, I
4 VANGUARDAS NO SÉCULO XX
5 VOZES POÉTICAS
6 PROJETO EDITORIAL BANDA HISPÂNICA
7 VIAGENS DO SURREALISMO, II
8 O RIO DA MEMÓRIA, II
9 SEGUNDA ANTOLOGIA ARC FASE I (1999-2009)

Agulha Revista de Cultura teve em sua primeira fase a coordenação editorial de Floriano Martins e Claudio Willer, tendo sido hospedada no portal Jornal de Poesia. No biênio 2010-2011 restringiu seu ambiente ao mundo de língua espanhola, sob o título de Agulha Hispânica, sob a coordenação editorial apenas de Floriano Martins. Desde 2012 retoma seu projeto original, desta vez sob a coordenação editorial de Floriano Martins e Márcio Simões.

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