sexta-feira, 3 de junho de 2016

S35 VANGUARDAS NO SÉCULO XX | Costa Rica: Adriano Corrales Arias & Carlos Francisco Monge


ADRIANO CORRALES ARIAS
FLORIANO MARTINS | ¿Cuál es el punto inicial de la vanguardia en Costa Rica? ¿Cómo era el ambiente cultural entonces?

ADRIANO CORRALES ARIAS | Es difícil señalar el punto inicial de la vanguardia en mi país, si entendemos vanguardia por la antonomasia europea. Incluso es difícil hablar "strictu sensu" de vanguardia en Costa Rica, dado que no hubo manifiestos ni grupos específicos que se autoproclamaran como vanguardistas, tampoco líderes o jefes de grupos o movimientos, ni hubo escándalos, lanzamientos imprevistos o poses orquestadas; por eso la historiografía tradicional no reconoce la existencia de una vanguardia costarricense. Hubo, eso sí, una serie de artistas y escritores que percibían la necesidad de realizar cambios drásticos en la forma de hacer arte y de escribir, pero sus esfuerzos no fueron mancomunados, sino individuales, salvo algunos grupos pero en las artes visuales, especialmente de escultores. Tal vez el artista que rompe primero con el modernismo tardío y con el poder cultural de los intelectuales liberales, conocidos como el "Olimpo", sea Max Jiménez, auténtico representante de la vanguardia dado que fue un creador integral y polifuncional: pintor, escultor, dibujante, grabador, poeta, narrador y ensayista. Fue él quien trajo las primeras evidencias de las vanguardias europeas y escribió y produjo arte de vanguardia.
El ambiente cultural de entonces era muy tolerante en términos de que convivían o coexistían varias tendencias artístico culturales: los criollistas, los modernistas y posmodernistas y un grupo de jóvenes que pujaban por realizar un "arte moderno" (que no modernista) y que podríamos interpretar como vanguardista. Ese ambiente cultural lo recoge muy bien la revista más importante de la época, el Repertorio Americano (1919-1958) dirigida por Joaquín García Monge (narrador, ensayista, educador, periodista y editor) donde publicaban todas las tendencias dado que García Monge creía en un panamericanismo ecuménico y abierto a la discusión de ideas, con una visión un tanto ácrata. Probablemente esa revista, por su influencia y permanencia, opacó la posibilidad de verdaderas publicaciones vanguardistas lo que, a su vez, impidió el surgimiento de grupos. Aunque debe detallarse que hubo otras revistas como Pandemonium, Páginas Ilustradas y Renovación, que publicaron reseñas y comentarios sobre la producción literaria europea e hispanoamericana.

CARLOS FRANCISCO MONGE | En el caso de Costa Rica, no se podría hablar, en sentido estricto, de un "punto inicial", puesto que no hubo un despliegue sistemático y unitario de los movimientos de vanguardia. Pero sí es muy llamativo que en una revista literaria costarricense, denominada Páginas Ilustradas apareció en mayo de 1909 el que quizá sea uno de los primeros artículos referidos al tema; se refería con total claridad y precisión al Futurismo de Marinetti y a sus polémicos manifiestos.
CARLOS FRANCISCO MONGE
El arranque de la actividad artística y literaria de índole vanguardista se dio, más bien, hacia 1925, con las obras de algunos pintores, escultores y escritores que habían empezado a tener contacto (por sus viajes a países hispanoamericanos y a Europa) con esas novedosas corrientes. Son los casos de Max Jiménez, Francisco Amighetti, José Marín Cañas, Isaac Felipe Azofeifa o Francisco Zúñiga, entre algunos otros.
Costa Rica era, pese a su notable y relativamente alto desarrollo educativo, e incluso editorial, un país muy apegado a la tradición académica, en materia de arte y literatura. El conservadurismo era apabullante, y los jóvenes poetas y novelistas (además de pintores y escultores) apenas podían moverse con sus nuevas obras en el ambiente nacional.

FLORIANO MARTINS | Los movimientos locales, ¿estaban de acuerdo con las ideas de las vanguardias europeas correspondientes o acaso agregaban algo distinto?

ADRIANO CORRALES ARIAS | En general los movimientos locales acarrean lo que provenía de Europa pero bajo una "nueva sensibilidad". Es decir, lo distinto sería una búsqueda, en el caso de las artes visuales, especialmente de la pintura y la escultura, del mundo precolombino o indígena (Francisco Zúñiga, Juan Manuel "Indio" Sánchez y Néstor Zeledón Varela, escultores) o de la tradición afroamericana y de lo rural primitivo, caso de Max Jiménez. Lo otro sería una suerte de interés por confrontar y cuestionar el mundo idílico del arte y la literatura liberales costarricenses ofreciendo una realidad distinta, más telúrica, ambigua y de diferenciación social, es decir, sometiendo a juicio los valores establecidos, y por otra parte poniendo en entredicho el poder cultural de los grupos artísticos y literarios representantes del poder político y económico, oligárquico en general. En otras palabras, se tomaba conciencia de la vinculación de las letras y el arte con la realidad social e histórica a sabiendas de que aquellas correspondían a esas realidades.

CARLOS FRANCISCO MONGE | En términos generales, se había generado mucha simpatía con los principales movimientos europeos de los que se tenía noticia, sobre todo con el Futurismo, el Cubismo y los experimentos surrealistas. Pero además, flotaba la conciencia de que toda innovación debía contar con un componente propio; es decir, original, que diese cuenta de las representaciones de la historia y la cultura propias. En el caso de los países Centroaméricanos, las culturas autóctonas de raíz precolombina, resultaron esenciales para esta revolución artística moderna. Así, leyendas, mitos y figuras de la cultura mesoamericana (maya quiché y chibcha) fueron una especie de "ingredientes" a ese peculiar plato del arte moderno. En esto también tuvieron mucho que ver los contactos de nuestros escritores y artistas con los vanguardistas de la región; por ejemplo, con los movimientos de Cuba, Puerto Rico, República Dominicana, Venezuela o Colombia.

FLORIANO MARTINS | ¿Qué relaciones mantenían estos mismos movimientos con las corrientes estéticas de los demás países hispanoamericanos?

ADRIANO CORRALES ARIAS | No se puede hablar de relaciones estrictas pues como dijimos no hubo grupos ni publicaciones propiamente vanguardistas. Hubo sí artistas y escritores como Max Jiménez que mantuvieron una relación personal y epistolar con los artistas más representativos de las vanguardias latinoamericanas. O algunos que estudiaron en otros países, caso del poeta Isaac Felipe Azofeifa en Chile, o Francisco Amiguetti (artista y poeta) en Argentina, lo que les permitió cierta relación con las vanguardias de esos países. Por otra parte, el Repertorio Americano y otras revistas de la época dieron a conocer la obra de algunos de esos vanguardistas publicando artículos, poemas, gráfica, traducciones y referencias sobre los principales movimientos europeos e hispanoamericanos.

CARLOS FRANCISCO MONGE | En vista de que en Costa Rica no se dio una actividad vanguardista asociada a un grupo particular (como sí ocurrió en la vecina Nicaragua, por ejemplo), los vínculos con otros movimientos o escuelas se dio de manera aislada o individual. Como lo indiqué antes, esos vínculos se dieron gracias a los contactos directos o por correspondencia que entablaron artistas y escritores costarricenses con las amistades que trabaron estando en el exterior. Por ejemplo, Amighetti vivió algunas temporadas en Perú y en Argentina, donde se nutrió de las experiencias vividas con grupos de vanguardia y sus revistas; Azofeifa fue a Santiago de Chile en viaje de estudios y allí conoció autores y grupos, con los que convivió intensamente; el poeta Fernando Centeno Güell y el novelista José Marín Cañas pasaron temporadas en España, lo mismo que el polifacético Max Jiménez (poeta, pintor y escultor), quien además fue un persistente viajero, que lo encontramos lo mismo en París o en Roma, que en Barcelona, La Habana, Nueva York o Buenos Aires.
Esos vínculos, inevitablemente, ayudaron a conformar esa especie de "vanguardismo acéfalo" y de media voz que fue el costarricense. Aparte de ello, se sabe que circulaban en Costa Rica algunas de las revistas de vanguardia más notables de la época, como Amauta, de Perú, la cubana Revista de Avance, Contemporáneos, de México, entre otras. Además, en el país se publicó una revista de aspiraciones panamericanistas que consiguió con los años un notable reconocimiento continental: Repertorio Americano, que editó durante cuatro decenios el profesor y escritor Joaquín García Monge. En ella aparecieron publicadas muchas obras vanguardistas hispanoamericanas y españolas, así como la de aquellos entusiastas escritores costarricenses que hoy día tenemos que denominar los vanguardistas costarricenses.

FLORIANO MARTINS | ¿Qué aportes significativos de las vanguardias fueron incorporados a la tradición lírica y cuáles son sus efectos en los días de hoy?

ADRIANO CORRALES ARIAS | Lo primero que se debe decir es que fue una generación de escritores y artistas quienes hicieron posible la vanguardia costarricense y no un grupo con su respectivo líder. Esta generación tomó conciencia, en primer lugar, del papel y la condición de la cultura hispanoamericana en el entorno occidental moderno, y en segundo lugar, la afirmación y elaboración de una cultura propia, es decir, americana, autóctona, popular. En esa perspectiva la poesía costarricense ha sido un campo de batalla entre nacionalistas y cosmopolitas, entre tradicionalistas y rupturistas, entre los canónicos y los experimentadores; los segundos siempre fueron los vanguardistas.
La vanguardia lo que hizo fue quitarle la etiqueta a la poesía para desmitificar un país ideal creado por modernistas y posmodernistas. Así creó un nuevo lenguaje directo y anclado en el presente, lenguaje que se suponía medio de indagación y de conocimiento de la realidad. Ese nuevo lenguaje pasó por fases nativistas, expresionistas y surrealistas, entroncando con las rutas de la poesía vanguardista hispanoamericana (como el Creacionismo de Huidobro) con altibajos y hallazgos. Para el poeta de vanguardia costarricense lo fundamental fue inventariar un país y una realidad desde la perspectiva directa del ciudadano con una visión simultánea donde pasado y futuro son siempre un efímero presente, pero teniendo conciencia de su originalidad y con una fe absoluta en la fuerza renovadora de la palabra.







CARLOS FRANCISCO MONGE | Desde luego que, en términos generales, la experiencia vanguardista "nacional" y su interacción con las demás (europeas e hispanoamericanas) fue la que transformó la literatura costarricense y la encaminó hacia la modernidad, hacia la contemporaneidad. Ya hacia 1940, las letras costarricenses tomaron otros rumbos, desapegados para siempre del realismo documentalista o de cierto localismo aldeano o pueblerino que tantas páginas había llenado durante los primeros tres decenios del siglo xx. La lírica, por ejemplo, buscó (y algunos buenos casos encontró) una manera de representar la visión contemporánea del mundo, de la historia y de su creciente complejidad. Por decirlo de algún modo, Costa Rica dejó el campo y se adentró en la ciudad; dejó la naturaleza e ingresó en la historia. Cada uno a su manera, los poetas dejaron de contemplarse a sí mismos para hablar de su entorno, de las circunstancias. Los experimentos expresivos (y también temáticos) de las vanguardias les permitieron adoptar un nuevo lenguaje, unas actitudes y una disposición inéditas.
Pero también el vanguardismo dejó una buena lección: que el conformismo no cabe en el arte. El verdadero poeta es un inconformista y su rebeldía no es un asunto de temperamento o de personalidad individual; es una condición indispensable, un atributo de quien de veras crea.
Me parece que, en los mejores casos, esa fue la contribución de la experiencia vanguardista a la lírica costarricense, hasta hoy.

FLORIANO MARTINS | Los documentos esenciales de las vanguardias, ¿se han recuperado?, ¿es posible tener acceso a ellos?

ADRIANO CORRALES ARIAS | Como ya se dijo la vanguardia en Costa Rica no produjo manifiestos ni publicaciones propias o exclusivas. Por tanto no hay documentos a mano sobre su actividad. En cambio sí se ha recuperado e inventariado lo publicado en diversas publicaciones de la época (artículos, reseñas, comentarios, etc.), así como las polémicas que se desarrollaron en torno al vanguardismo o al "arte moderno" o "nuevo". Igual hay una buena presencia de la poesía y narrativa publicadas. También se tiene acceso a muchos ensayos que aportaron a la vanguardia en términos de lucha ideológica, estética, social y política como sustrato de la actividad propiamente literaria y artística y, en algunos casos, estrechamente vinculadas.

CARLOS FRANCISCO MONGE | El talón de Aquiles del vanguardismo costarricense es su carencia de manifiestos; tal vez porque no se conformaron grupos o fraternidades, o bien porque no hubo una ruptura radical entre la tradición literaria y los procesos de innovaciones estéticas. No obstante, en los diarios y revistas de la época se pueden encontrar artículos y comentarios que bien pueden suplir esa carencia. En sus mejores momentos, las polémicas sobre las artes de vanguardia aparecen aquí y allá, fuese a propósito de alguna obra en particular (por ejemplo, una escultura inesperadamente novedosa, ganadora de algún certamen), sobre la cual tirios y troyanos emitían juicios a favor o en contra. También es posible recopilar ensayos, prólogos, pequeños estudios, y alguna ocasional declaración pública sobre la estética "moderna" (que así, a veces, la llamaban entonces). Por lo general, los autores de esos escritos eran, cómo no evitarlo, los propios artistas y escritores. Sí, todavía hace falta una recopilación antológica que demuestre lo que durante muchos años se negó: que en Costa Rica sí hubo un movimiento de vanguardia, como en los demás países hispanoamericanos, y que éstos también formaron parte de un movimiento mucho más amplio que surgió, según se sabe, en Europa. Más o menos intenso, qué más da. Los vanguardismos fueron un fenómeno histórico y artístico caudaloso, y tocó todas las tierras literarias hispanoamericanas.

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Adriano Corrales Arias (Costa Rica, 1958) | Carlos Francisco Monge (Costa Rica, 1951)

Capítulo V do livro Espelho Inacabado – Imaginário das vanguardas na América Hispânica, de Floriano Martins © 2016 ARC Edições. Artista convidado: Francisco Amighetti (Costa Rica, 1907-1998)






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Organização a cargo de Floriano Martins © 2016 ARC Edições
Imagens © Acervo Resto do Mundo
Esta edição integra o projeto de séries especiais da Agulha Revista de Cultura, assim estruturado:

4 VANGUARDAS NO SÉCULO XX
5 VOZES POÉTICAS
6 O RIO DA MEMÓRIA



Agulha Revista de Cultura teve em sua primeira fase a coordenação editorial de Floriano Martins e Claudio Willer, tendo sido hospedada no portal Jornal de Poesia. No biênio 2010-2011 restringiu seu ambiente ao mundo de língua espanhola, sob o título de Agulha Hispânica, sob a coordenação editorial apenas de Floriano Martins. Desde 2012 retoma seu projeto original, desta vez sob a coordenação editorial de Floriano Martins e Márcio Simões.

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Um comentário:

  1. Me gustó mucho el análisis del tema y confirma mi percepción de la idiosincracia costarricense.

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