quarta-feira, 8 de junho de 2016

ENRIQUE HERNÁNDEZ-d’JESÚS conversa con David Cortés Cabán


EHd’J | ¿Qué significa para usted el oficio de ser poeta?

DCC | En realidad, nunca he sentido la poesía como un oficio en el sentido estricto de la palabra, es decir, como una rutina diaria a la que hay que ir por la obligación de producir algo. Pienso en mí como una persona que soslayando las dificultades de la vida y consciente de sus limitaciones, escribe porque la poesía se ha convertido en una parte esencial de su existencia. Siento la poesía como una expresión estética, una imagen que contiene mi mundo personal. El poeta debe estar consciente de lo que escribe y de lo acontece a su alrededor. En mí la poesía despierta un anhelo de ver lo que hay oculto más allá de lo que dicen las palabras, lo que la intuición intenta mostrarme en el silencio de lo desconocido. Pero el oficio de poeta requiere de una profunda voluntad para que las palabras que usamos todos los días trasciendan el sentido de nuestra cotidianidad. El oficio de poeta implica trabajo y persistencia, conocimiento y capacidad para crear y para comprender que, a veces, no todo lo que se escribe es publicable. Por eso tengo que exigirme a mí mismo como lector de mis propios poemas. Tengo, en otra palabra, que reflexionar si esa experiencia poética que vuelco en el poema se sostiene por su calidad y la visión de mundo que contiene. Como poeta creo que soy afortunado en poder extraer de la naturaleza y de la vida imágenes y asuntos que me transfieren una emoción personal que luego la poesía transfiere (dependiendo siempre del grado de sensibilidad), en la mirada del lector. Ser poeta requiere de amor y responsabilidad por la palabra porque a partir de ella vislumbramos la esencia de la vida y del mundo.                    

EHd’J | ¿A partir de qué momentos se puede hablar de una renovación poética en el siglo XX?

DCC | Pienso que deberíamos remontarnos a las primeras décadas del siglo XX para ver cómo las vanguardias europeas influyeron en Latinoamérica y el Caribe. Todos aquellos movimientos que hoy día nos parecen tan lejanos: el futurismo, el dadaísmo, el surrealismo, el ultraísmo y el cubismo crearon una nueva óptica, una visión innovadora que penetró todas las dimensiones de la vida y el conocimiento. Si bien es cierto que el impulso renovador vino del exterior, en nuestros países adquirió un sentido y un matiz diferente. Pienso, por ejemplo, en escritores como Vicente Huidobro, Jorge Luis Borges, César Vallejo, Mariano Brull en Cuba, o el Postumismo en la República Dominicana y El Atalayismo en Puerto Rico o en la obra en prosa de un escritor como José Antonio Ramos Sucre (1890-1930), o el surrealismo que permea la poesía de muchos poetas latinoamericanos, para tener una idea de cuán vasta y profunda fue la influencia de estas tendencias literarias. Creo que la renovación poética de la que hablas hay que verla conectada a la dinámica vanguardista que fue asimilada por la mayoría de nuestros escritores en el ámbito de las realidades políticas y sociales de América Latina.

EHd’J | ¿Cuál considera usted la obra poética fundamental escrita en su país? ¿Por qué?    

DCC | Esta pregunta pone a prueba mis sentimientos y mis gustos literarios sobre obras que me entusiasman como la de los poetas que formaron los movimientos innovadores en la lírica puertorriqueña de mediados del siglo XX y los que vinieron después, incluyendo las generaciones más modernas. Desde mi punto de vista crítico, para mí la poesía de Luis Lloréns Torres (1876-1944), constituye una de las obras fundamentales del canon de nuestra poesía. Aunque Lloréns Torres se formó dentro de las corrientes modernistas, pudo imprimir a su poesía nuevos rumbos novedosos. Dentro de la concepción poética del lenguaje formuló las teorías del pancalismo (todo es belleza) y el panedismo (todo es verso), anticipándose, como ha señalado nuestro crítico Luis Hernández Aquino, “a los muchos istmos literarios de la postguerra”. Se apoyaba en una concepción panteísta del mundo y de una poesía centrada en el ritmo y la métrica del verso. Su obra, de un matiz telúrico y costumbrista, representa una defensa de nuestros valores y nuestra nacionalidad. Elaboró una poesía llena de musicalidad y de belleza inspirada en el amor, la mujer y la patria. Su anhelo de una patria independiente lo llevó a crear formidables poemas que han mantenido hasta nuestros días una gran vigencia en el imaginario popular y nuestras tradiciones literarias. Poemas como “Madrugada”, “Canción de las Antillas” o “El Patito Feo” y, especialmente, “El Valle de Collores” son recordados y recitados en Centros Culturales y escuelas de Puerto Rico manteniendo viva la memoria del poeta.

EHd’J | ¿Cuáles eran los autores preferidos en los tiempos en que usted comienza a escribir?

DCC | Para serte franco, en mi adolescencia, cuando comencé a escribir mis primeros poemas, leía mucha poesía romántica y modernista. No tenía en ese tiempo una idea clara de lo que representaba escribir poesía. No conocía los movimientos literarios, ni las tendencias, ni las diferencias estéticas que los diferenciaban. Lo que estaba más en boga en mi época de estudiante era la lectura de Veinte poemas de amor y una canción desesperada de Pablo Neruda, las Rimas y Leyenda de Bécquer o los poemas de Rubén Darío; grandes maestros a los que siempre regreso. Pero en ese tiempo yo leía los libros que podía conseguir en la Escuela o la Biblioteca Pública de mi barrio. Leía sin tener preferencia de autores con tal de que el libro fuera de poesía. Como comprenderás, yo vengo de un pueblo de la costa norte de Puerto Rico, lejos de la zona metropolitana que se ha caracterizado por ser culturalmente más activa y cuyos residentes tienen más acceso a un ambiente de mayor movimiento artístico y literario.       

EHd’J | Cite tres nombres significativos que hayan influenciado su poesía.

DCC | Pienso que el poeta siempre está llenándose de influencias hasta que un día encuentra su propia voz. Y creo que no es exagerado decir que nada malo hay en ser influenciado por grandes poetas. Al contrario, hace muy bien siempre y cuando uno vaya despojándose de esas influencias. La poesía se alimenta de la poesía. Y asimismo de todas las disciplinas artísticas que acontecen en el ambiente del poeta. En mi caso, fueron de gran importancia las lecturas de G. A. Bécquer, Juan Ramón Jiménez y Rabindranath Tagore. Pero más específicamente de Bécquer, quizás por ese sentido de adolorida nostalgia que hallamos en sus rimas caracterizadas por la realidad de su vida, y quizás tal vez por el hecho de esa búsqueda infructuosa de un amor imposible tan propio de este autor y de uno mismo en su adolescencia.

EHd’J | ¿Qué opina usted de los movimientos literarios de este siglo y, en particular, de sus manifestaciones en la poesía latinoamericana?

DCC | Es importante que el escritor esté informado de cómo los movimientos literarios nos relacionan con tendencias estéticas y cambios que nos ayudan a tener una mejor visión del arte y de la vida, pero hay que enmarcarlos dentro del contexto histórico y social donde se manifiestan. Los movimientos literarios son necesarios. Nos motivan a cuestionar nuestra realidad existencial y la función de las ciencias y las artes en el tiempo en que vivimos. Por ejemplo, en Latinoamérica hay que pensar en el movimiento modernista; en la presencia de Rubén Darío, José Martí, Manuel Gutiérrez Nájera y tantos estupendos creadores de una estética que respondían a una nueva sensibilidad y compromisos con la literatura y la realidad social de su tiempo. En el siglo XX otras tendencias renovaron el horizonte de la poesía latinoamericana. Pensemos en el ultraísmo y el creacionismo o tantos otros movimientos que en nuestros países fueron tan favorables no sólo porque permitieron percatarnos del compromiso del escritor con el lenguaje, sino también de la función social de la literatura y posturas ideológicas de muchos escritores en su percepción de la vida y el tiempo que les tocó vivir. Por estas razones creo que en el vasto horizonte de la literatura es necesario conocer cómo estos movimientos han influido en las relaciones humanas del escritor con el entorno de su obra poética. Siempre es favorable reconocer esta realidad para tener una base más concreta al momento de establecer un sentido de correspondencias con el pasado.

EHd’J | ¿Cuáles son los elementos de su poesía?

DCC | Como conoces, siendo tú un poeta de una larga proyección en el ámbito de la poesía venezolana, todo escritor genera una serie de elementos que fijan el orden y la estructura de sus composiciones. Estas cosas pueden ocurrir de una forma consciente o espontánea, pero están ahí manifestándose en la naturaleza misma del lenguaje. Son como pinceladas que dan las claves del proceso creativo. En mi poesía, por ejemplo, el paisaje, los pájaros, los ríos, las montañas o el silencio, la distancia o la incomunicación son elementos integrados a los temas de los poemas que he venido escribiendo a través de estos años.

EHd’J | ¿Usted se considera un poeta clásico, romántico, moderno, intimista, arbitrario, político, comprometido, o ausente de cualquier rótulo?

DCC | Soy de la opinión de que los poetas siempre están comprometidos con algo, aunque no se demuestre abiertamente en sus versos. Quiero decir que la escritura misma es un compromiso. El escritor debe tener un compromiso con el lenguaje para que su obra poética se sostenga por sus propios valores, independientemente de la postura social o ideología política que éste profese. Yo por mi parte, en las categorías que has mencionado, no soy arbitrario; que sería caracterizarme como una persona caprichosa e inconstante, ni clásico porque conozco mis propias limitaciones. Me identifico más bien con las causas de la palabra “compromiso”, y con lo romántico por el sentido que éste envuelve (ya los dijo Rubén “¿Quién que es, no es romántico?”), y, por supuesto, con el intimismo que provoca en la persona de buena voluntad ese sentimiento amoroso que exalta la armonía de la vida en solidaridad humana.                    

EHd’J | ¿Qué es importante: lo intuitivo, lo académico, lo reflexivo, lo conceptual, lo maldito o lo irracional? ¿Dónde se encuentra usted?

DCC | Dejando aparte el concepto “irracional” y el de “maldito”, concuerdo contigo en que los otros conceptos que mencionas en tu pregunta se manifiestan de algún modo en mi poesía. Y no solamente en mi poesía sino como conceptos relativos de toda expresión poética. Es así porque actúan de algún modo en el proceso de la creación, es decir, se funde en la corriente del pensamiento y en el contenido y la forma del poema. Por eso, el punto de partida de un poema puede desprenderse de cualquier concepto, tanto de una reflexión o de alguna imagen intuitiva que puede llegar a extenderse hasta figurar como un soporte entre lo que expresa el poeta y lo que el lenguaje mismo le permita crear.      

EHd’J | Explique usted su condición de poeta. ¿Cuál es su paisaje interior?

DCC | Es un poco vanidoso describirse uno mismo dentro de ese paisaje real o imaginario que gira en torno a la creación poética. Pero quiero explicarme. Los paisajes interiores no son exclusivamente del poeta. Todo el mundo tiene su paisaje y su drama interior. Lo que eso implica como revelación o deslumbramiento frente al mundo depende de cómo se exteriorice y se perciba por los lectores. Ese paisaje al que te refieres está siempre oculto esperando revelarse cargado de sensaciones y referencias del mundo interior. Pero mi condición de poeta no tiene nada de excepcional ni es diferente a la de cualquier ser humano. Lo que hay que tener es conciencia de lo que uno hace, de su propio vivir y de su relación con el lenguaje en el que expresa su realidad cotidiana. La poesía es como la vida, un paisaje que finaliza y comienza en cada poema que uno escribe.

EHd’J | Un poeta vive del pasado y de lo inmediato. ¿En qué se diferencia de un corredor de bolsa o de un burócrata?

DCC | Es cierto. El pasado y la realidad inmediata del poeta nos dan siempre esa perspectiva del tiempo ya no lineal sino como sucesivas olas donde viajamos inmersos. La escritura refleja de algún modo nuestra realidad vital frente al tiempo. Hay, sin embargo, un abismo que separa la vida del burócrata de la del poeta, aunque se dan casos sorprendentes como el de Wallace Stevens (1879-1975), uno de los grandes poetas de la poesía norteamericana del siglo XX. Stevens fue un alto ejecutivo de una compañía de seguros en Hartford, Connecticut. Me cuesta trabajo imaginar cómo se sentiría Stevens en ese mundo de relaciones financieras tan frío y materialista. Supongo que buscaría tiempo para sobreponerse emocionalmente a ese ambiente tan nefasto y contradictorio al mundo de la poesía. Pero no tengo por qué ser prejuicioso respecto a los burócratas, funcionarios que se ganan la vida trabajando como empleados públicos o del Estado.  No debe existir razón tampoco por la cual tengan necesariamente que compartir los intereses y los gustos que uno tiene por la poesía. En el caso de los corredores de bolsa ya media un abismo completamente inhumano. Su rol, señala el diccionario, es “actuar como intermediarios entre un comprador y un vendedor” y cuya finalidad está basada en la ganancia y adquisición de bienes terrenales. Una vida centrada en las riquezas materiales del mundo. El poeta puertorriqueño Juan Sáez Burgos se cuestionó ese tenebroso oficio en un verso alucinante por lo que sugiere del materialismo enceguecedor de esa realidad. Un verso que se ajusta muy bien para cerrar esta pregunta: “¿Quién conmueve a Wall Street con un poema?”. Lo demás, es mejor dejarlo a la imaginación.

EHd’J | Muy poco se habla del sentimiento dramático en la creación poética. ¿Qué opina usted?

DCC | Lo que dices, es que hubo un tiempo bastante lejano de nuestra realidad actual, en que la poesía dramática respondía a las necesidades de factores socioculturales que hoy día son totalmente ajenos a los nuestros. Me refiero a aquella poesía dramática cuyas características conocemos. En este siglo XXI en que la ciencia y el desarrollo tecnológico han transformando el sentido de la vida. Pienso que el poeta tiene que estar inmerso en la realidad histórica de su tiempo. Es de ahí de donde precisamente surge su visión de mundo. Según mi opinión el poeta debería fundir en su obra aquella “honda palpitación del espíritu”; ─según Antonio Machado─ “lo que pone el alma, si es que algo pone, o lo que dice, si es que algo dice, con voz propia, en respuesta animada al contacto del mundo”. 

EHd’J | ¿Cómo y cuáles son sus afectos con las otras artes?

DCC | Admiro la pintura y la música, especialmente la música popular: los boleros, los tangos y la música típica jíbara que en décimas y aguinaldos suele escucharse en las zonas rurales del campo puertorriqueño durante la época navideña. Asisto a los museos y disfruto de las distintas formas del arte. Creo que nadie debe vivir de espaldas al arte, ya que como la literatura misma es una manifestación la vida y la historia de los pueblos. Respecto a la pintura y la música, creo que ambas expresiones artísticas se relacionan con la poesía en el sentido creativo de la originalidad que les da vida y configura el entramado de los temas y las imágenes.

EHd’J | ¿Qué importancia le adjudica al humor dentro de la escritura poética?    

DCC | Yo pienso que el humor es un elemento esencial en la obra de muchos escritores e implica un gran conocimiento del lenguaje, de la vida y las relaciones humanas para que su uso sea efectivo en la escritura de modo que impacte al lector. Exige, naturalmente, originalidad y armonía para que fluya con el tema y cause la impresión que supuestamente debe causar. Si se aplica mecánicamente desmerita el propósito del autor. Cervantes lo usó maravillosamente y, combinado también con la ironía, Francisco de Quevedo y Luis de Góngora. Más cerca de nuestro tiempo, Nicanor Parra y Víctor Valera Mora, y el puertorriqueño Juan Manuel Rivera, para nombrar sólo algunos. El humor muchas veces provoca una visión de la realidad más impactante que la solemnidad que podamos hallar en un poema. El humor integrado magistralmente a una obra literaria llega a causar risas y carcajadas del lector, como he experimentado leyendo El Lazarillo de Tormes y algunos poemas de Quevedo.  

EHd’J | ¿Es cierto que los sueños están indisolublemente ligados al quehacer poético?

DCC | No creo que exista una relación directa entre la poesía y los sueños, a menos que le demos otra connotación a la palabra sueño. Es decir, fijando en ella el anhelo de lo que buscamos realizar en el futuro. Por ejemplo, en un poema de nuestro poeta Ramón Palomares, en un diálogo entre los personajes, leemos: “No fuiste lo que soñé / ─Ay padre / lo que soñaste se lo llevaron las aguas”. En este sentido los sueños están ligados al anhelo y la ambición por parte del padre de que el hijo hubiera logrado una profesión lucrativa y no la de un poeta. Esta relación podemos verla como un elemento del poema, pero no tiene por qué estar “indisolublemente ligada” a la creación poética. En otras palabras, pueden convertirse en una pieza más en la construcción del texto poético. Reconozco que en el Antiguo Testamento los sueños estaban ligados al destino y la historia de los pueblos como ocurre, por ejemplo, con los sueños del rey Nabucodonosor o en Crónica de una muerte anunciada de GGM, con las premoniciones del sueño de Plácida Linero, sobre Santiago Nasar. O el tema de la libertad y el concepto de la vida como sueño en La vida es sueño, de Pedro Calderón de la Barca. Creo que los sueños pueden ser profundamente significativos en el entramado de una obra literaria y reconozco que sirven a ciertos propósitos. Pero creo, sin embargo, que en la poesía contemporánea los sueños tienen poco interés y se me hace difícil asociarlos en un contexto más profundo y de mayor resonancia ─al menos en mi caso─ con las obras de los poetas que he leído. 

EHd’J | ¿El amor es un fracaso o una redención?

DCC | Pienso que pueden ser ambas cosas, pero depende de cómo uno las sienta y las exprese. El amor debe ser un foco radiante, iluminador de la vida. Pienso que es lo que envuelve el vivir humano y nos llena de infinitas sensaciones. Cuando escucho hablar de un “fracaso amoroso” presiento que en la particularidad de ese caso el amor no fue lo suficientemente fuerte para sobrellevar los sinsabores y las carencias de la vida. Es decir, no hubo un esfuerzo de voluntad para responder a las circunstancias dolorosas que aparecen en el camino por el que transitamos hacia el porvenir. Y es que el amor exige un total desprendimiento para mantener viva la llama, para que la razón de amar y de vivir nunca dejen de ser. Nunca el amor puede ser un fracaso si se convierte en el centro de lo que somos y hacemos. Si nos fundimos en su poderosa corriente pienso que la vida sería más noble y luminosa.   

EHd’J | Se ha dicho que el poeta es un pequeño Dios ¿qué hace el poeta con el poder?

DCC | Vicente Huidobro (1893-1948), formuló la teoría del creacionismo en base a la postura que debería asumir el poeta respecto a la poesía. Aspiraba a que la creación de un poema fuera idéntica al proceso creativo de la naturaleza. Pero el poeta no es ningún pequeño dios. Es un ser como todos, pero con una vocación (si la tiene) de comunicar un mensaje, unas palabras que bien podrían llevar el asombro y el misterio que pueda impartirle el soplo inefable de la creación. Sobre la otra parte de tu pregunta, no tengo una idea clara de lo que hace o debe hacer un poeta con el poder. La palabra poder crea muchas sensaciones negativas en mi mente y no sé exactamente asociarla positivamente a la vida de un poeta. Yo creo que desde el punto de vista poético el poder no tiene nada que añadirle a la creación, porque la poesía es en sí misma la convicción de una vocación profundamente humana: comunión de verbo iluminador, sensibilidad que cifra en imágenes la vida interior del poeta y de la confección de un mundo que compartimos a través de la lectura. Ahora bien, si entendemos el poder como la fama que adquiere el poeta en su país de origen o de la trascendencia de su figura a nivel internacional, entonces estamos hablando de un poder que se origina en el reconocimiento de su obra. Obviamente, en este sentido, el poeta tiene el poder de hacerse escuchar en los medios locales e internacionales sobre asuntos de interés sobre la literatura o la globalización, o las políticas neoliberales y otras situaciones que afectan al mundo.              

EHd’J | ¿Qué relación existe entre el entorno del poeta y su manifiesta debilidad con la verdad y el absurdo?

DCC | Yo pienso que el poeta está indisolublemente ligado a su entorno, aunque puede alejarse, consciente o inconscientemente, de las cosas que lo identifican con su diario vivir, es decir, con su realidad vital. Por otro lado, lo que el poeta haga con su vida o la actitud que asuma en su obra depende de su ideología personal y de sus valores humanos, cualesquiera que éstos sean. En otras palabras, la realidad de cada uno de sus actos debe fundarse en sus propias convicciones y valores morales. La vida del poeta no es una exclusividad de lo que digan otros. Sin embargo, hay escritores que caen en una absurda concepción de la fama y el reconocimiento convirtiéndose ellos mismos en una especie de seres inaccesibles e intocables. Caen en las contradicciones de un elitismo exclusivo y prejuicioso. Dicen una cosa y hacen otra, como los políticos de los imperios modernos. Pienso que el poeta debe manifestarse siempre a favor de la verdad. Es decir, la verdad como imagen inconfundible de la vida. La verdad inspirada en la realidad del diario vivir, la verdad liberadora de la opresión y las injusticias, la verdad que concibe la vida como un don sagrado, la verdad no envilecida por el oportunismo y la explotación.



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Organização a cargo de Floriano Martins © 2016 ARC Edições
Artista convidada | Olga Albizu (Puerto Rico, 1924-2005)
Imagens © Acervo Resto do Mundo
Esta edição integra o projeto de séries especiais da Agulha Revista de Cultura, assim estruturado:

1 PRIMEIRA ANTOLOGIA ARC FASE I (1999-2009)
2 VIAGENS DO SURREALISMO, I
3 O RIO DA MEMÓRIA, I
4 VANGUARDAS NO SÉCULO XX
5 VOZES POÉTICAS
6 PROJETO EDITORIAL BANDA HISPÂNICA
7 VIAGENS DO SURREALISMO, II
8 O RIO DA MEMÓRIA, II
9 SEGUNDA ANTOLOGIA ARC FASE I (1999-2009)

Agulha Revista de Cultura teve em sua primeira fase a coordenação editorial de Floriano Martins e Claudio Willer, tendo sido hospedada no portal Jornal de Poesia. No biênio 2010-2011 restringiu seu ambiente ao mundo de língua espanhola, sob o título de Agulha Hispânica, sob a coordenação editorial apenas de Floriano Martins. Desde 2012 retoma seu projeto original, desta vez sob a coordenação editorial de Floriano Martins e Márcio Simões.

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