quarta-feira, 8 de junho de 2016

DANIEL OLIVEROS | Ocho preguntas a David Cortés Cabán


DO | ¿Para qué escribe poesía David Cortés Cabán?

DCC | Escribo poesía porque es una necesidad que he sentido desde mi adolescencia. Desde que asistía a la Escuela Secundaria José Gualberto Padilla de mi pueblo, Arecibo, en Puerto Rico. Creo que fue en el grado 8vo que comencé a sentir una especie de atracción por la poesía cuando la maestra de español introdujo las Rimas y leyendas de Gustavo Adolfo Bécquer juntamente con algunos poemas de Juan Ramón Jiménez y Rabindranath Tagore. Más tarde comenzamos a leer a poetas puertorriqueños como Julia de Burgos, Palés Matos, Luis Lloréns Torres y José De Diego, entre otros. Lo más lógico hubiera sido comenzar leyendo los poetas de nuestra patria primero y luego a los extranjeros, como deber ser. Pero esta fue mi realidad. Y estos fueron mis primeros contactos, mis primeras lecturas, mis primeras impresiones de la poesía. Hago este señalamiento porque todo tipo de escritura tiene que tener un comienzo. Pero pienso que uno escribe porque hay algo que apasiona de la poesía, algo que uno mismo no sabría cómo explicarlo en el sentido más profundo de la palabra. No escribo por la vanidad de decir algo que posiblemente a nadie interese. Escribo partiendo de una inquietud que nada tiene que ver con lo que piensen los críticos o posibles lectores que se asomen a mis versos. Pienso, sin embargo, que si hay algo de valor en algunos de mis textos quizás sean estos los que puedan descubrirle al lector una realidad compartida. Es decir, que de esa vasta realidad del mundo, el lector pueda hallar un sentimiento poético en el que pueda reconocerse y compartir conmigo mi visión de mundo.

DO | ¿Cómo ha sido tu experiencia como poeta hispanoamericano en Nueva York?

DCC | Nueva York es una ciudad apabullante. Una ciudad de múltiples facetas donde la realidad y la fantasía tocan la gran cima del deslumbramiento de la vida como una aventura que puede volverse caótica y vacía. Pero Nueva York es una gran ciudad multiétnica y en este sentido también multicultural. Mi vida en esta ciudad ha tenido sus gratificaciones: aquí estudié, aquí he trabajado de profesor y maestro, aquí conocí a mi esposa, aquí nació mi hijo, y aquí he creado mi poesía. Con el tiempo, la ciudad se ha ido transformando en un paisaje esencial de mi realidad personal. Al asomarme a mi vida puedo decir honestamente que mis experiencias y mis relaciones con gentes de tan diferentes culturas y países me han ayudado a tener una perspectiva más profunda de todo cuanto me rodea. He conocido a excelentes poetas y profesores que hoy día son grandes amigos. He tenido el privilegio de compartir y conocer a escritores del Caribe y de Hispanoamérica. Todos de una forma u otra han ennoblecido mi vida. Sus obras poéticas me han ayudado a entender que el mundo no es tan ancho y ajeno como parece. Pero partiendo de mi experiencia personal como poeta, puedo decirte que en esta ciudad el escritor hispanoamericano se convierte en un ser casi invisible. Para usar las palabras del profeta Juan el Bautista, algo así como una voz que predica en el desierto. La vida herida por la inquietud y la presión del tiempo; el sentido mecánico y materialista de la existencia ponen siempre a la poesía en un rincón olvidado. Por otro lado, para el mundo anglosajón sólo existe su mundo. Reconozco sin embargo que la poesía tiene su espacio en las instituciones y centros académicos. Los profesores y los que gustan de la poesía (atraídos a veces más por el nombre que por la obra misma) van a escuchar a los poetas que llegan a compartir sus voces y dejan el recuerdo de su presencia. Lo demás es un mundo limitado y de poco acceso en el que el poeta hispanoamericano o puertorriqueño hace su obra, en todo caso, como debe ser: sumido en el silencio y la soledad. Sin esperar nada y sin privarse de la emoción  maravillosa de escribir un verso.

DO | ¿De qué forma ha afectado tu poesía vivir entre Puerto Rico y Estados Unidos, has encontrado un punto entre esos dos imaginarios?

DCC | Ciertamente tu pregunta me permite reflexionar el sentido físico y humano de la distancia. El viaje constante al lugar de origen es la visión de uno mismo en ese transcurrir del tiempo hecho de las experiencias que nos unen y a la misma vez nos separan del lugar amado. Creo que mi vida y mi poesía ilustran esa correspondencia entre el lugar en que nací y la ciudad de Nueva York en la que he vivido la mayor parte de mi vida. Pero en un sentido más general, lo mismo podríamos decir de la mayoría de los migrantes caribeños e hispanoamericanos. Creo que  si nunca hubiera salido de Arecibo posiblemente mi poesía (y es natural que así sea) hubiera sido diferente, es decir, mis versos hubieran llevado otra visión de mundo. Como tú conoces, la poesía también responde a las experiencias de la vida, a la realidad del entorno y a las lecturas que van nutriendo el espíritu del poeta igual que las cosas que limitan o expanden su universo. Por eso creo que el imaginario poético de mis composiciones hubiera sido totalmente diferente. Pero no puedo decirte exactamente cómo pudiera haber sido. Y es que pienso que la distancia provee al escritor de una visión más objetiva en cuanto a la vida, la realidad social y política se refiere. Pero esto lo digo en virtud de mis propias experiencias, no sé si sucede lo mismo con otros escritores. Para mí el haber estado ausente de mi país me ha abierto la puerta a un mundo totalmente distinto al que me crié. Mi relación con escritores que han vivido o pasado por Nueva York, y con otras culturas y modos de vida me ha dado otro conocimiento y otra visión de mi realidad como poeta y como ser humano. Digo esto en el mejor sentido de la palabra, reconociendo mis propios límites y defectos y sabiendo, por supuesto, que siempre las relaciones humanas y aun las relaciones del pueblo que me vio nacer son complejas y arrojan un matiz imborrable sobre el corazón. Pero esas relaciones están ahí mismo en mi poesía. Se pueden ver en este último libro publicado por la editorial Monte Ávila, me refiero a Islas. Es decir, la isla como una metáfora del ser, como expansión y búsqueda, y también como lugar de encuentro y regreso al lugar de origen. A eso me referí cuando titulé a este libro con este nombre. Pensaba yo en el sentido humano de esa geografía, de esa tierra que siempre está cerca y distante como la luz oculta de esa luna que sabemos acompañará nuestros pasos cada anochecer.

DO | A parte de poesía, has escrito muchos ensayos; ¿consideras que el poeta debe formarse como crítico? De ser así, ¿consideras que la crítica es un músculo que más poetas deberían ejercitar?

DCC | Ciertamente he escrito algunas reseñas para resaltar algunos motivos y elementos de libros que me han llamado la atención, pero no sabría decirte con seguridad si un poeta debería hacer ambas cosas o dedicar su tiempo enteramente a la poesía. Sé y conozco a magníficos poetas que tanto en la poesía como en el ensayo hacen una labor encomiable. Si miramos las historias de las literaturas de cualquier país y de cualquier época veremos que en la mayoría de los casos hay poetas que son formidables ensayistas. Y otros que aunque no son esencialmente ensayistas tienden también a expresar sus puntos de vista sobre libros y aspectos literarios que les inquietan o han llamado la atención. Creo que modestamente este último es mi caso. Pero en las historias de las literaturas de todas las épocas vemos estos casos. Para señalarte un par de ejemplos de dos grandes creadores que caen dentro del concepto de la literatura universal, te nombro a Francisco de Quevedo; poeta, ensayista y novelista; y, a Jorge Luis Borges, poeta, cuentista y ensayista. Es posible que lo que insinúa tu pregunta tenga que ver también con el juicio del poeta sobre su propia obra. Es decir, asomarse a la obra de otros escritores (no necesariamente poetas) para formular un juicio crítico puede ser ventajoso para quien ejerce la crítica. Pienso que en este sentido debe ser provechosa la labor del crítico. Sin embargo no creo que un poeta tenga que ser un crítico para elaborar una buena poesía que responda a sus propias exigencias y a las del tiempo que le ha tocado vivir.

DO | ¿Cómo trazas la línea que divide lo que se puede abarcar en un ensayo y lo que no dentro de la obra de un poeta?

DCC | Pienso que hablas de una línea imaginaria ya que un ensayo puede abarcar todos los temas posibles. Todo depende, por supuesto, de los intereses y los objetivos del escritor. En mi caso, lo que hago es explorar algunos aspectos del lenguaje poético de un libro o de un poema en particular. Siempre hay inmensidades de cosas que se quedan fuera. Pero quiero que adviertas que el enfoque de un libro de poesía no es nunca total ni definitivo. Siempre algo quedará fuera porque el texto poético, si es un gran texto, estará continuamente rehaciéndose ante los ojos del lector. La poesía no es un logaritmo matemático en el sentido de que la respuesta, el resultado sea siempre el mismo. La poesía está hecha de intuiciones y sentimientos, de momentos fugaces que dan cuerpo y vida a una idea que trasciende en el tiempo. Yo lo que hago es intuir en la estructura del poema ciertos elementos que me ayudan a formar mi interpretación personal. Una interpretación impresionista, es decir, de la impresión que el texto causó en mí. La sensación que causa en mí la particular lectura de un texto poético es lo que he tratado siempre de reflejar en mis reseñas.

DO | En tu opinión, ¿cuál es la pertinencia de una revista literaria?, sobre todo para ti, un poeta latinoamericano viviendo en un país cuya lengua no es la tuya.

DCC | Me parece que el propósito u objetivo de una revista literaria escrita en español y publicada en los Estados Unidos debe estar fundado principalmente en crear conciencia de nuestra lengua y de nuestras culturas hispanas. En mi opinión, creo que éste debe ser el propósito esencial de una revista. No sólo el de presentar la producción literaria de un grupo de personas que se dedican a la escritura, sino también a asuntos que beneficien de uno u otro modo a nuestra comunidad. Creo que una revista debe captar su tiempo y los aspectos esenciales de su época poniendo en perspectiva aquellos que contribuyan a que la gente conozca nuestros valores culturales y lingüísticos. Hay que tener presente que según las estadísticas del Censo 2010 la población hispana en los Estados Unidos ha ido creciendo y ya somos más de 55 millones viviendo en los 50 estados de esta nación. En algunos estados, como sabemos, la concentración de hispanos es mucho mayor que en otros (Tejas, California, Florida, New York). En Nueva York, aunque las librerías hispanas han desaparecido, siempre ha existido una efervescencia cultural que abre las puertas a la creación de revistas literarias. En este contexto quiero subrayar que la pertinencia de una revista literaria es un recurso vital para contrarrestar los prejuicios y las falsas percepciones que se tienen de nuestros países y de nuestros valores culturales.

DO | Hace años coeditaste Tercer Milenio, una revista latinoamericana con base en Nueva York, ¿por qué dejó de publicarse, crees necesario más iniciativas como esa revista en la ciudad?

DCC | Cierto. En 1994 los poetas puertorriqueños Pedro López Adorno, Juan Manuel Rivera Negrón y mi persona coincidimos en crear una revista literaria con el fin de dar a conocer la poesía contemporánea puertorriqueña escrita tanto en Nueva York como en Puerto Rico. Sus páginas también se abrieron solidariamente a escritores caribeños, hispanoamericanos y españoles que gentilmente nos enviaban sus colaboraciones. A través de Tercer Milenio fuimos estableciendo contactos con un sinnúmero de revistas de países hispanoamericanos y de España. Establecimos así canje con algunas revistas de las cuales Poesía, del Departamento de Literatura de la Dirección de Cultura de la Universidad de Carabobo, fue la que mantuvo más regularidad durante el intercambio. Tercer Milenio fue un hermoso proyecto. Sus portadas y sus viñetas interiores estaban elaboradas por reconocidos artistas de la plástica puertorriqueña. Recuerdo que en ella publicamos textos de los poetas Eugenio Montejo, Rafael Cadenas y Juan Calzadilla. En aquella época no conocíamos a muchos de los poetas venezolanos con los cuales compartimos hoy día, especialmente a Ramón Palomares; una de las voces más profundas y significativas no sólo de Venezuela sino de Hispanoamérica en general. Aunque creo que para aquel tiempo ya el poeta Pedro López Adorno había conocido en Nueva York a Juan Sánchez Peláez y se había carteado con el gran poeta Vicente Gerbasi. Para finalizar esa parte esencial de tu pregunta, la desaparición de Tercer Milenio se debió a recursos económicos. Nunca recibimos apoyo económico de ninguna institución neoyorkina o puertorriqueña, aunque lo intentamos. La ayuda llegaba de los amigos que se identificaban con nuestros sueños y hacían sus aportaciones compartiendo con sus donaciones desinteresadas. Amigos solidarios cuyo amor hacia las artes podría dar cátedra a instituciones que dicen ser defensoras de nuestro patrimonio cultural. Y seguramente, como dices al final de tu pregunta sería una espléndida idea que salieran en Nueva York más revistas literarias porque las pocas que conozco son de tipo académico para profesores que raramente las leen.
   
DO | Para cerrar, siempre has estado en contacto con la poesía venezolana. Has escrito sobre Eugenio Montejo, Ana Enriqueta Terán, Adhely Rivero, Carlos Osorio Granado, Alejandro Oliveros; por mencionar algunos, ¿qué ha sido lo que te ha mantenido escribiendo sobre poetas venezolanos durante tanto tiempo?

DCC | Aunque también he escrito reseñas sobre poetas puertorriqueños, dominicanos, peruanos, mexicanos, brasileños y españoles la mayoría de mis trabajos, como dices en tu pregunta, han sido esencialmente sobre poetas venezolanos. Creo que son cosas que suceden, que van guiadas por un hilo invisible de atracción que no acierta uno a explicar del todo pero que están ahí reflejados amorosamente. Y para señalarte algunos nombres que en cierto modo nos unen a la historia de Venezuela, en Puerto Cabello estuvo y dictó clases uno de nuestros grandes humanistas, Eugenio María de Hostos. En Caracas conoció a la dama cubana Belinda Otilia de Ayala, esposa y compañera de toda la vida. La poeta Lola Rodríguez de Tió también estuvo exiliada en tu tierra antes de pasar a Nueva York y a Cuba donde reposan sus restos; y en Caracas también estuvo exiliado un tiempo el combativo poeta arecibeño Francisco Gonzalo Marín, mejor conocido como Pachín Marín. En nuestras historias hay fuertes lazos que nos unen a través del tiempo proyectando sucesiones de imágenes y recuerdos. En este sentido puedo asegurarte que he sido afortunado al llegar a Venezuela de la mano del gran poeta Ramón Palomares, a quien conocí en Nueva York en el otoño de 1997. Aún recuerdo cuando recibí la invitación para asistir  al acto del otorgamiento del Doctorado Honoris Causa que le confería en el 2001 la Universidad de los Antes a él y a los poetas Juan Sánchez Peláez y Rafael Cadenas. Fue la poesía de Ramón Palomares la que abrió las puertas a la lírica venezolana contemporánea. Por eso no puedo dejar de mencionar su nombre y su bondad, pues su obra misma ha sido para mí de gran aliento y enseñanza, una aventura poética que me ha llevado a conocer las voces más significativas de la poesía venezolana. En el fondo, el claro testimonio de la amistad y el mismo amor que compartimos es lo que me ha mantenido compartiendo mis pensamientos con los lectores de poesía.

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Organização a cargo de Floriano Martins © 2016 ARC Edições
Artista convidada | Olga Albizu (Puerto Rico, 1924-2005)
Imagens © Acervo Resto do Mundo
Esta edição integra o projeto de séries especiais da Agulha Revista de Cultura, assim estruturado:

1 PRIMEIRA ANTOLOGIA ARC FASE I (1999-2009)
2 VIAGENS DO SURREALISMO, I
3 O RIO DA MEMÓRIA, I
4 VANGUARDAS NO SÉCULO XX
5 VOZES POÉTICAS
6 PROJETO EDITORIAL BANDA HISPÂNICA
7 VIAGENS DO SURREALISMO, II
8 O RIO DA MEMÓRIA, II
9 SEGUNDA ANTOLOGIA ARC FASE I (1999-2009)



Agulha Revista de Cultura teve em sua primeira fase a coordenação editorial de Floriano Martins e Claudio Willer, tendo sido hospedada no portal Jornal de Poesia. No biênio 2010-2011 restringiu seu ambiente ao mundo de língua espanhola, sob o título de Agulha Hispânica, sob a coordenação editorial apenas de Floriano Martins. Desde 2012 retoma seu projeto original, desta vez sob a coordenação editorial de Floriano Martins e Márcio Simões.

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