quarta-feira, 29 de junho de 2016

CARLOS RUVALCABA | Antoni Tàpies: del dadaísmo al arte pobre


El Museo San Telmo de San Sebastián, España se engalanó el 27 de marzo de 1984 con la muestra de una parte de la colección personal del pintor catalán Antoni Tàpies (1923-2012) de gran interés porque mostraba la evolución de su trabajo en diversas épocas. Había óleos, acrílicos, collages y materiales impresos. Se puede decir que ahí estaba la historia de su trayectoria artística. Las obras expuestas se pueden ver ahora en la Fundación Tàpies de Barcelona, la que abrió sus puertas al púbico seis años después en 1990.
Hay que recordar que Tàpies vivió en España durante la dictadura que fusiló a García Lorca entre otras muchas víctimas del franquismo, por lo que es de entender que el artista camuflara su rebeldía antifranquista, tras el abstraccionismo provocativo de su arte.
En sus primeros cuadros se nota la influencia dadaísta y posteriormente la surrealista, aunque finalmente se decanta por el Informalismo abstracto, de donde surgió la primera generación de artistas españoles posteriores a la Guerra Civil.
Abstraído en su mundo dialogaba a fondo con los materiales, muchos de ellos todavía extraños para los lienzos y maderas, como las resinas plásticas y las arenas movedizas a las que daba vida durante la influencia del Arte Povera (arte pobre) italiano.
Su trabajo se caracteriza por una obsesiva repetición de símbolos que representan su interioridad preocupada por la muerte, el sexo, el universo y otras alusiones difuminadas y convertidas en abstracciones. Entre esos símbolos destaca la cruz.
En la inauguración estuvo el escultor Eduardo Chillida. ¿Cómo iba a faltar si Antoni era buen amigo de él y porque además se sentía anfitrión, siendo nativo de esa hermosa ciudad que al final de la bahía de la Concha luce, metido en la bravura del Mar Cantábrico, el Peine del Viento que el escultor dejó para la ciudad.
Antes de la inauguración Tàpies me concedió una entrevista que, aunque corta, fue sustanciosa como su trabajo artístico.
He aquí lo que respondió a mis preguntas.

CR | ¿De qué manera se encontró usted con el arte pobre y todo ese mundo abstracto?

AT | Éste es un proceso lento, no es que llegara un día en que yo decidiera pintar así, sino que fue todo un proceso lentísimo. En mi profesión nunca he hecho rupturas bruscas, sino que es una solución progresiva y están mezcladas las influencias de muchas ideas latentes en el momento histórico que nos tocó vivir. La influencia en primer lugar de las circunstancias concretas reales en que yo viví en los años 40, la posguerra, los años peores y más negros del franquismo. Esto no podía dejar de influirme, entonces mi pintura cogió un carácter más bien provocativo y un poco cercano a lo que habían hecho los dadaístas, en que incluso se podía considerar que era un momento antiestético, de antipintura. Por esto yo empecé haciendo collages de cartón, de papel, de detritus, de materiales pobres, y poco a poco fui evolucionando hacia una etapa que los entendidos dicen que está más cercana al surrealismo, a influencias de un psicoanálisis, de bucear en el inconsciente, buceando más en el inconsciente colectivo que en el mío propio, y poco a poco me fui dando cuenta que el
surrealismo tenía algunos fallos que le conducían a un callejón sin salida, y con los años se ha visto que es un movimiento más literario que pictórico, de tal manera que la gente se pregunta si realmente hay una pintura surrealista. Entonces fui reaccionando en el sentido de buscar la expresividad de formas, de colores, sobre todo más cercano a la pintura abstracta, y tengo quizá el pequeño mérito de haber acentuado la expresividad propia de los materiales, no sólo de las formas, de los colores, de los signos o símbolos propios de la pintura abstracta, sino también decir algo con el propio material. Por eso mi pintura está bastante alejada de la pintura tradicional al óleo, porque siempre he procurado darle unas cualidades distintas.

CR | En ese sentido se puede afirmar entonces que su obra es afín a la de Eduardo Chillida, ya que él también trabaja con las reacciones y la vitalidad de la materia. ¿Está usted de acuerdo?

AT | Sí, exacto, yo me considero muy simpatizante y muy afín a la obra de Eduardo y creo que él también ha especulado mucho con los materiales, con el lenguaje del material. Yo lo llevo a veces a los últimos extremos de dejar hablar al material por sí mismo, casi sin que yo intervenga y uso materiales que se mueven ellos mismos, por ejemplo el barniz. Dibujo con pincel sobre una superficie muy lisa y el barniz se desparrama y se va por donde él quiere, porque dejo que él hable también.

CR | ¿Prevé usted el movimiento de esos materiales a largo plazo, por ejemplo, en el caso de las arenas?

AT | Sí, hasta cierto límite, porque no se puede dejar que se mueva tanto que llegué a destruirse, eso tampoco es bueno, pero facilita que el mismo material se cuartee para que dé esa sensación más dramática de una materia que el tiempo va atormentando, pero esto se va haciendo solo.

CR | ¿No es demasiado riesgoso transportar los cuadros que tienen arenas y piedrecillas?

AT | Afortunadamente ahora hay materiales sintéticos de una gran dureza, la prueba es que incluso tenemos que luchar contra la polución que producen los objetos de plástico, al fin y al cabo uso un barniz que es la base con que se hace el plástico y esto le da una consistencia muy fuerte. De todas maneras, encuentro que es necesario dejar una puerta abierta a la fragilidad de la obra de arte, que se pueda estropear si no se trata con mucho cariño y con mucho cuidado. Es bueno que pase eso para llamar la atención de que una obra de arte es algo que hay que tratar con mucho cariño.

CR | ¿Su obra le ha influenciado en sus relaciones personales, en la forma de ver las cosas, en la manera de amar, o es que una cosa es el resultado de la otra?

AT | Bueno, en el fondo es un diálogo. Está muchas veces dicho que con las solas ideas, con el solo proyecto de hacer algo no se avanza nada. Tiene que haber un diálogo entre lo que tú piensas y lo que deseas y luego lo que la obra te dice y te enseña también. En el fondo siempre ha habido un proyecto filosófico, una manera de entender la vida.

CR | En esta exposición de San Sebastián usted ha traído una parte de su colección privada. ¿Qué es lo que le mueve a seleccionar alguna obra en especial?





AT | Este año he cumplido 60 años y me doy cuenta que me estoy convirtiendo en un pintor mayor, y ha llegado el momento de pensar en dejar un grupo de obras especialmente en Barcelona, y mi esposa sobre todo, tiene un gran interés en ir conservando algún cuadro cada año de mi producción, para crear una fundación o una institución donde pueda verse mi obra.

CR | Se dice que en sus primeras exposiciones de arte abstracto, las opiniones eran muy polémicas. ¿Se siguen repitiendo ahora?

AT | Bueno, yo empiezo a tener ya algunos años y noto que la gente me tiene más respeto que al principio, pero hay momentos límites en que se nota a veces un cierto rechazo, sobre todo si es de parte de ideologías que no están de acuerdo con mi manera de ver la vida, entonces hay un encuentro, un choque.

CR | ¿Su trabajo de carteles y portadas de libros lo considera paralelo a su obra o es una vivencia diferente?

AT | No, no, es un trabajo que hago habitualmente y que es conjunto, lo único que los carteles no son una iniciativa mía, sino que son encargos que me hacen, lo que pasa es que yo los selecciono si son para fomentar ideas o para ayudar a instituciones benéficas, si yo estoy de acuerdo lo hago con mucho gusto. Pero si me encargan algo que no me gusta pues no lo hago.



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CARLOS RUVALCABA. Escritor y periodista mexicano, ha publicado sus novelas y cuentos infantiles en España, Estados Unidos y México. Es autor de una biografía de la pintora surrealista Susana Wald. Ha publicado artículos y entrevistas en periódicos y revistas de Madrid y San Sebastián, España; Nueva York, Chicago y Los Ángeles en Estados Unidos; en la capital y diversas ciudades mexicanas, así como en Venezuela y Brasil. Fue corresponsal en España del periódico mexicano La Jornada. Trabajó por más de veinte años en prensa, radio y televisión en Los Ángeles, California. La entrevista se publicó en La voz de Euskadi, el 31/03/1984, en San Sebastián, España. Página ilustrada con obras de Antoni Tàpies (España).

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Agulha Revista de Cultura
Fase II | Número 18 | Julho de 2016
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