terça-feira, 1 de dezembro de 2015

JOVAN ZIVLAK | Entrevista con José Ángel Leyva


JZ | Usted está formado como psiquiatra. Es un ámbito muy provocador para cualquier filósofo de la sociedad. Si he entendido bien, su punto de vista respecto a la psiquiatría no representaba un estándar dentro de las circunstancias mexicanas; usted abogó por un enfoque anti-psiquiátrico que rechazaba la represión y la medicación en el tratamiento de los así llamados enfermos. Es una especie de resistencia a las interpretaciones dogmáticas de la psiquiatría que controlaba y excluía más que ayudaba a los pacientes. ¿Conoció los trabajos de Ronald Laing y Michel Foucault?

JA | No, en realidad fui formado sólo como médico, no como psiquiatra. Estuve trabajando un año en el Hospital Psiquiátrico Bernardino Álvarez, que es el nombre de un aventurero español en tiempos de la Colonia cuando venían de Europa a la Nueva España a buscar fortuna fácil. Este hombre sufrió una conversión luego de ser apresado por juntarse con una banda de tahúres y estafadores. Fueron enviados a Filipinas, pero huyeron antes de partir. El único que se salvó de ser recapturado y de la horca fue Bernardino que, gracias a una amante viuda, encontró un camino al puerto de Acapulco donde se embarcó hacia Perú. Allá amasó fortuna y regresó a la Nueva España después de diez años. Su madre y sus hermanas se habían refugiado en un convento y renunciaban a los bienes mundanos, estaban casadas con Dios. Bernardino invirtió su dinero en el hospital de San Hipólito para recoger a los enfermos mentales y atenderlos. Así fundó el primero hospital para personas con trastornos mentales y creo una orden de seglares que nunca fueron reconocidos por la Iglesia como religiosos, sino como hermanos de la caridad. Yo conocía por supuesto la Historia de la locura de Michel Foucault, y otros textos. Yo estaba consciente de que los enfermos mentales eran vistos más como desperdicios humanos y no como personas enfermas. Abandoné la medicina justo cuando estaba asegurado mi ingreso a la especialidad.

JZ  | Abandonó la psiquiatría y se dedicó a la literatura. Se licenció en Filosofía y se incorporó al activismo cultural que propagaba la lectura. ¿En qué medida su experiencia psiquiátrica contribuyó a su entendimiento de la sociedad y la lengua? ¿Existen relaciones?

JA | Como dije, sólo inicié mi formación psiquiátrica. Mis conocimientos médicos me permitieron reconocer el sentido y el papel del dolor en el arte, la caducidad no sólo del ser humano, los animales y las cosas, sino de la propia lengua, de las obras literarias que no resisten el paso del tiempo. Pero sobre todo a la hora de cursar Letras Iberoamericanas me percaté de la absurda separación de la cultura, el divorcio entre la intelectualidad científica y tecnológica de la cultura de las humanidades. Esas dos culturas que refiere Charles Percy Snow en su famoso ensayo: “Las dos culturas”. Esa relación esquizoide del pensamiento que nos impide ser un poco más sabios y sensatos. También me dio acceso al periodismo en el campo de la ciencia y la tecnología, que me dio un camino de sobrevivencia y una puerta de entrada al trabajo editorial y al periodismo de la cultura. Esos vínculos me obligan a palpar la realidad y a entreverarla con mi poesía y mi narrativa, como mis crónicas literarias.

JZ | Fue de izquierdas. ¿El izquierdismo es una tradición cultural y política entre los escritores e intelectuales mexicanos? ¿Qué aportó esta corriente a su curiosidad intelectual, a sus viajes descubridores a Europa?

JA | La izquierda no sólo en México, sino en toda América Latina fue una noción de justicia y libertad, luego se convirtió en una lucha electoral donde lo que menos importa es la comunidad. Ha habido una perversión de la política en una lucha de poderes mezquinos y sin rumbo. El deterioro moral en mi país es en parte por la ausencia de una izquierda coherente. No la del realismo socialista, la del stalinismo, sino una izquierda democrática y moderna que respete ante todo la libertad y la justicia, que reivindique un humanismo dialogante. Desde esa perspectiva me sigo considerando de izquierda: lucha por la dignidad y los derechos humanos, donde exista la voz del otro, el débil, el menos fuerte, allí está mi conciencia política. Como decía Salvador Allende cuando visitó México, ser joven no ser revolucionario es una contradicción. Ya no soy joven, pero creo en la necesidad de los cambios. Nuestro Alfonso Reyes, a quien Borges calificó de maestro, dijo que el chauvinismo y el provincianismo se curan viajando. Abomino de los patrioterismos, de los nacionalismos, creo en una patria universal. América Latina es una parte de Europa y otra de África, y otra, la mayor, de América. Latinoamérica no es un país, es muchas realidades distintas, más de lo que se piensa. Hoy se comienzan a reconocer la permanencia de cientos de lenguas indígenas en resistencia de siglos en cada nación en que les ha sido negada su pertenencia.

JZ  | Después de sus viajes europeos ¿cuál fue su visión de México y cuál del continente suramericano, de su identidad cultural y su historia?

JA | Me siento profundamente latinoamericano por las coincidencias históricas, por la lengua europea que nos hermana, el español o castellano, por nuestras derrotas y nuestros sueños de mejores tiempos. México tiene una frontera que lo aleja más acercarlo a Estados Unidos. Esa línea y esa vecindad le ha impedido al mismo tiempo estrechar más los lazos con el resto de la América Latina, incluyendo a Brasil. No es fácil ser vecinos de la potencia militar más poderosa del mundo y de la aún primera potencia económica del planeta. Por eso Europa es un referente más amable y nostálgico de las raíces latinas del subcontinente.

JZ  | Tratándose de escritores, siempre existen mitos personales sobre el descubrimiento de la literatura. Sin embargo, a menudo somos nosotros mismos los que creamos estos mitos porque ya tienen fuerte arraigo dentro del sistema educativo, en las representaciones culturales sobre los fundadores y en las construcciones de la sensibilidad social. ¿Los poetas los aceptan, los siguen construyendo, pero también los cambian, polemizan con ellos...?

JA | Sí, particularmente en México, donde se ha ejercido el poder desde los círculos intelectuales y el Estado ha sido muy inteligente al cooptarlos otorgándoles privilegios que no tienen otros intelectuales latinoamericanos en sus respectivos países. Este 2014 se conmemoran los cien años de tres autores mexicanos ilustres: Octavio Paz, el Premio Nóbel mexicano, José Revueltas, uno de nuestros mayores narradores y activistas de izquierda, que vemos más en las perspectiva de un izquierdismo libertario, y Efraín Huerta, un escritor con mucho humor que mantuvo fiel su stalinismo. Paz ha sido homenajeado por el gobierno como un héroe y no como un intelectual al que se debe de revisar y desacralizar. Los otros dos, opositores siempre, son revisitados con afán crítico.

JZ | Una imagen general de los héroes modernistas que crearon la base de nuestra cultura poética es sorprendente o esperadamente idéntica. En ciertas regiones hay matices con los héroes locales. Pero en todas partes nos encontramos con Baudelaire, Rimbaud, Rilke, Dylan Thomas, Borges, Octavio Paz, la española generación del 27, etc. ¿Cuál es su deuda poética con estos escritores del cánon?

JA | Es una deuda profunda de lector más que de escritor, son mis referentes obligados. Y aunque los haya leído, siempre estaré en falta de lecturas más atentas, más críticas. No los veo como héroes, sino como productores de realidades propias, de discursos estéticos muy personales y auténticos.

JZ | Ha escrito sobre Cátulo como la gran figura del exilio, un poeta extraordinario y poco convencional en el marco del régimen cultural de un gran imperio. Ese gran poeta irónico y poco convencional de Roma podría ser casi un contemporáneo nuestro. ¿Qué le motivó para elegirlo como tema?

JA | Mi lectura de la obra de un traductor y erudito mexicano, gran poeta también, Rubén Bonifaz Nuño: El amor y la cólera, en la que Catulo es el centro de su estudio y de sus traducciones. Luego sus traducciones de los Cármenes y de Poemas a Lesbia. Bonifaz Nuño nos presenta a un poeta maldito por todos los costados, que vive el amor como una enfermedad, que se comporta como el peor de los hombres, infestado de envidia, de ambiciones, de resentimientos y de frustraciones. Ese poeta herido por el amor incurable e imposible es a la vez un genio dotado de la palabra veneno, de palabra vital. Luego Thornton Wilder con Los Idus de Marzo fue también una fuente de inspiración. Pero Catulo se me reveló como un personaje contemporáneo y habitante de la megaurbe de la Ciudad de México, solo en medio de la multitud, único en medio de la masa. Catulo es el poeta de esta ciudad a la que llegué para habitar como si hubiese nacido aquí.

JZ | La crítica dice que usted evita procedimientos miméticos, que la clave de su esfuerzo poético es el lenguaje, la imagen, la realidad onírica, pero también el dolor. La descripción de un procedimiento poético es bastante incierta, a menudo está reducida debido a la pobreza del lenguaje crítico, a la violencia clasificadora... ¿Cómo se ve a sí mismo como poeta?

JA | Me considero un poeta en búsqueda, un autor que migra de sí mismo, que no se acomoda con los aciertos. Soy un poeta contra su propia voluntad.

JZ | Después de la muerte de Octavio Paz y Carlos Fuentes, ¿cómo es la realidad de la literatura mexicana?

JA | Más cómoda. Hay una lucha más pareja por dar a conocer las obras de los escritores, no obstante, persisten las capillas, los círculos de poder. Hay nuevas generaciones beneficiadas con las fundaciones para escritores, con escuelas que forman autores, con becas, premios y muchas publicaciones que dan juego a un mayor volumen de intelectuales que aspiran a ser protagonistas de la literatura escrita en lengua española.

JZ | Está comprometido con muchas empresas culturales, institutos, revistas... Y es uno de los importantes agentes en el funcionamiento de la revista „La Otra“ y en sus múltiples actividades editoriales y culturales. En este ámbito, ¿qué es por lo que usted aboga en el contexto de la literatura mexicana contemporánea?

JA | Me interesa, por sobre todas las cosas, la lectura. Fomentar e impulsar la lectura, particularmente de la poesía. También me interesa abonar una tradición crítica. Sin crítica no hay futuro para una literatura sana, inteligente, exigente consigo misma. Sin lectura es imposible concebir el porvenir y los cambios, los mundos posibles.



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Conversación realizada por Jovan Zivlak, poeta y director del Festival Internacional de Poesía de Novi Sad, Serbia. Traducción de Drágana Bajic. Página ilustrada con obras del artista José Luis Ramírez (México, 1981).




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