segunda-feira, 8 de junho de 2015

ERNESTO ALVAREZ | David Cortés Cabán, el ser y la poesía, entrañables siempre




Es clave para formar idea de una poética en la creación de Cortés Cabán la composición en versículos “Primer poema de mi Desgracia”, al que antes nos referimos. Imprescindible es aclarar que desgracia, en la obra de David, no tiene el sentido de tragedia en su acepción común de una desdicha personal sufrida física o emocionalmente. Si se quiere entender la profundidad del sustantivo, se deben separar las dos partículas que lo forman. Así, des-gracia -de uso idéntico a cuando el poeta acuñó el término desllover- debe interpretarse como caído o apartado de la Gracia. El título, e igualmente el poema, hablan, por consiguiente, de haber perdido La Gracia, es decir una felicidad soñada, ideada o Algo que le era esencial al poeta.
Esa desgracia vivida por el autor consiste en llevar una relación de “matrimonio” con la Poesía. En ese amor conyugal suelen existir las desavenencias típicas del sentimiento compartido y a su vez la existencia de conflictivos puntos de vista. La confrontación del poeta con su compañera Poesía se describe de entrada en el “Primer poema de mi desgracia”.

Ella amarraba mis manos
con el remolino de sus palabras
era imposible contradecir sus sentimientos
su voluntad me dominaba
llevaba mi cuerpo de un lado para otro
me daba a morder sus labios
buscaba los rincones más solitarios
los días más opacos las horas más difíciles
para distinguir las siluetas
ella siempre era más fuerte
la recia desnudez de sus manos desbarataba mi silencio
y mis segundos de contemplación

Ante esa profusión inalterable de cualidades atribuidas a la dominante Poesía, amante caprichosa, al poeta -su captor, la voluntad de intentar poner bajo control su dominio- no le resta sino ceder a las demandas de Ella: la Imperiosa en esa relación de matrimonio difícilmente llevada.

yo me dejaba zarandear como si hubiera sido hecho de trapo
ella disuadía las ganas de irme
de estar sólo de jamás volver a lo mismo
su razón triunfaba sobre mi ánimo…

El poeta no tiene alternativas sino dejarla hacer, o con mayor exactitud permitirle Ser: ser ella con su absoluta libertad en tanto él es su cautivo. Admitir que Ella se manifieste como es, a sus caprichos y maneras. En lugar de obligarla a expresarse sometida a sus deseos con premeditación obstinada, concede a la Poesía manifestarse en su naturaleza auténtica, sabiéndola fuente de sus Ideas -evitamos decir Inspiración, debido a los conceptos del pensante habidos en la creación poética de Cortés Cabán-, dedicándose él a ser el receptor de sus afectos.

me tornaba benévolo inventaba historias que siempre
terminaban en lo mismo
repetía interminables poemas de memoria
pero ella se esforzaba por soñar cosas más inverosímiles
yo no quería ir contra mi corazón
no podía realizar prodigios imposibles
pero ella me ataba a sus labios
me aprisionaba contra su cuerpo
me decía palabras al oído más fuerte como aquel
te amo que siempre me guía hacia sus brazos.

En consecuencia, el poeta se rinde ante el voluble Imperio de una compañera dispuesta a dominar sobre su voluntad y ser ella a despecho de los sentimientos albergados en el corazón de él.

TEMAS ALTERNOS | En medio de esa secuencia de versos denunciantes de una constante soledad abocada a la angustia, de una pugna implacable entre las esencias de la poesía: una poesía forzada a ser distinta a la común -manifiesta ésta en bellezas esperadas, que hace a David renunciar al dialecto de los poetas líricos- ocurre una disociación expresada en los versos con que el autor da término al “Segundo poema de la desgracia”:

yo sé que esto es así
que no hay tiempo de aprisionar la rosa entre las manos
que a esta hora nadie nadie ni el poeta
puede buscar refugio en una estrella.

Aprisionar la rosa entre las manos y buscar refugio en una estrella, aún siendo tópicos comunes, flor y estrella, entre los creadores de lindezas líricas, podría alcanzar en estos versos una aspiración distinta al uso si se tiene presente el medioambiente en el cual se desarrolla la creación del poeta arecibeño. A la vez que ha evadido los tópicos, los utiliza sabiamente en tanto se trate de confrontar el lugar inhóspito en medio del cual se mueve y los ideales que hay en la mente del poeta. Cortés Cabán, recordemos, abraza una poesía de sólidos conceptos.

LA CIUDAD, EL ESPACIO | Inevitablemente, todas las cosas en su continuo devenir ocurren en el espacio y en el tiempo. De pasada hemos aludido al ambiente de una Babel lindante con los esfumados límites del mito. Esas ciudades legendarias de las literaturas del pasado de difícil definición material, aún siendo la metrópoli donde se debate el poeta una ciudad real, pero por las elusiones mediante las cuales la creación del autor la difumina con maestra mano de artista, se borran sus contornos. Sólo alcanzan a intuirla y a identificarla quienes como David se hayan debatido en la frialdad de su trato, en la indiferencia de una sociedad en circulación perenne, espacio de inmigrantes en constante superposición de etnias y de lenguas. Ciudad, ambiente, humanidad e individuo captados por el poeta en una amalgama de visiones y sentires dispuestos a expresar el tumulto en desfile y la definición de una urbe en agitación continua:

probablemente pudo ser la ciudad
pero es que hay días tan sin saber porqué
tan distintos con lluvia y con niebla
y con árboles raídos y con voces apagadas
y con cansancios de perros arrinconados
días tan así tan quedarse mirando las paredes
y la gente con capa y sombrero chapoteando bajo la lluvia
no sé que me impidió besar al mendigo
pero es que uno se queda con los ojos abiertos
y con la boca llena de sentimientos sudando la soledad
y pensando en la raíz cuadrada del silencio
no sé que me impidió besar al mendigo
pudo ser la ciudad
o probablemente uno que no sabe si existe o está muerto.

No hay caos en este desfile de objetos, entes, figuras y sentimiento precipitados en avalancha. Profusión de seres y sus funciones físicas o estados psíquicos y de alma sí desfilan. Esto es lo habitual en un espacio de millones de seres, vivientes en actividad de autómatas y procesión cotidiana por las calles urbanas o refugiados en los suburbios de una populosa ciudad cosmopolita y aún así alienada. Teniendo presentes los componentes del ambiente descrito, hallamos en David Cortés Cabán a un intérprete de esa diáspora en que se debaten el exiliado, el inmigrado, transeúnte ave de paso que en conclusión es sometido a la fijidez de las condiciones del medio.

LA EXISTENCIA POÉTICA | El Ser, entidad metafísica superior al yo convencional ocupado en satisfacer sus necesidades fisiológicas de común uso, aparece en la poesía de Cortés Cabán en manifestaciones varias, por lo regular cuando el poeta enfrenta a su conciencia. Lo característico es que en la psique del poeta se desate el conflicto al que da acceso una corriente de meditaciones, produciéndose el desborde de palabras en un intento de atrapar las esencias de lo humano. Ese fluir que el poeta se plantea como soliloquio se define con menor precisión e inferior efecto de lo que demanda su pensamiento, por ser un diálogo interno consigo:

aquí en este inenarrable soliloquio
me digo más allá de esa ola hay un mar que sueña
más allá de ese árbol hay un pájaro lúbrico
más allá de mis pasos se escurre mi presencia

El soliloquio en el teatro es audible. El hablar solo es también una costumbre de personas que resuelven en su mente dilemas que le abruman y deben ser resueltos. Hablar consigo es privilegio del pensador, del poeta, del analista de sí que habita en aquellos seres dispuestos a practicar un análisis de conciencia desde el punto de vista psicológico, de su condición de humano, filosóficamente hablando. Según David entiende, el soliloquio le sirve para exteriorizar sus divagaciones de poeta, que nada tienen de superficiales. Penetración en la conciencia de ser, de sentirse, de percibirse en relación con los objetos de afuera, abunda en su poesía. Pero también pone de manifiesto lo que bulle en el interior de sí. De tal modo puede reflexionar:

pero a veces recuerdo más allá de mi límite
y empiezo a renacer
a decir pudo ser y sin embargo
a soñarme otra vez (para mi adentro)
con la fragilidad de una sonrisa fingidamente en mí.

Sonrisa que lleva en sí un dejo de amargura, que pudiera estar definida por la duración de una angustia reprimida.



EXPLORACIÓN DEL TIEMPO | Aunque el tema del tiempo se halla diseminado a lo largo de la poesía de Cortés Cabán -como antes vimos- y está dispuesto en las tres partes que componen el tomo Al final de las palabras, es en la última, definida con el título de portada, donde se concentra el mayor número de alusiones a este elemento. Lo temporal se manifiesta de distintos modos.
Indicios de tiempo comienzan a aparecer desde la parte primera -Desde mis manos habitadas-, cuando en el segundo poema expresa David: te dejas caer sobre mi hombro sobre el segundo / en que iba a decir tu nombre. En el “Segundo poema de la desgracia” hay expresado: que no hay tiempo de aprisionar la rosa entre las manos / que a esta hora nadie ni el poeta / puede buscar refugio en una estrella. Igualmente en el “Primer poema de la desesperación” está manifiesto el tiempo al escribir el poeta: Camino / el pliegue del tiempo se levanta sobre mi frente…, probablemente refiriéndose a una arruga marcada por los años. Y con mayor acopio de elementos temporales alude David en “Es que hay días y uno se levanta”:

es que un día es un día
y uno no sabe porqué se inventaron los días
sólo que hay un almanaque una estrella polar
un cordón con nuditos un que mañana empieza la semana

Los días, un almanaque, una estrella polar, un cordón con nudos son señales que marcan la medición del tiempo, los modos de apresarlo y contarlo, apropiándose de segmentos de su constante devenir. Sólo le faltó al poeta cortar muescas en la superficie de una madera para ir contando los días transcurridos como un Robinsón en una isla desierta o como un preso en su celda.
En un poema como “Aquí con esta noche” David se propuso hacer el recuento de los días idos mediante la pro-puesta: reconstruyo el pasado… Y trasladados a la segunda parte -De pie contra el silencio-, en “El aire por el que te respiro”, se desborda y enfrenta en abierta oposición al tiempo:

En el asfalto de esta noche de bocas anónimas
el que te busca
no es el alarido de esta ola que rompe
contra el tiempo,
contra el destino,
contra todo.
También en la segunda parte se alude al tiempo en la forma que sigue:

Acá llegan las risas de las niñas;
ayer su infancia me sabía a días perdido para siempre.
Uno abre los brazos
y el tiempo se queda atrapado en el centro.

Así se percibe en “Alguien inventa otras palabras”, lo cual nos hace recordar la propuesta de la duración bergsoniana.
El tiempo recurre en la obra de Cortés Cabán expresado de distintos modos, en especial como elemento complementario del discurrir del pensamiento actual y de las reminiscencias del recuerdo de un pretérito aún cercano.
Al final de las palabras -parte tercera- es un espacio más rico en alusiones al tiempo. De entrada en el poema “Días en que ruedan las memorias” -memorias como retrospección hacia un pasado y sus nostalgias- constituye un enfrentamiento del poeta con el tiempo. Versos sentenciosos como para quedar grabados en el recuerdo del lector transmiten la noción de: Tardes disecadas colgando del tiempo, con tendencia a una concepción visual quizás suprarreal. Igual sentido alcanza el verso Hilachas de recuerdos, para caracterizar instantes sobrevivientes en la memoria; incluso el comienzo del pensamiento Memorias / donde quimeras… conduce hacia el final del poema donde David expone: También uno puede vencer la memoria / y el tiempo, mediante un esfuerzo de la voluntad para intervenir en oposición al inclemente devorador de horas y segundos.
Se evidencia en el título “En la espesura del tiempo” el tratamiento intencionado del poeta al indirectamente aludirlo como un bosque intrincado por donde resulta difícil el acceso hacia la libertad ansiada.

hay frente al tiempo y la altura de tus ojos
tantos días hechos de luz, de agua, de niebla, de silencio,
que casi uno no sabe qué hacer con las palabras.

Conviene entender que en la frase la altura de tus ojos lleva implícita la identidad del autor, quien se concibe a sí en segunda persona, como antes hemos visto. El discurso relativo al tiempo continúa en los versos:

No me quedan palabras para nombrar la neblina,
las cosas que borra la noche,
para nombrar los árboles que se arrullan con los trinos,
para nombrar los pájaros que se pierden en la espesura
del tiempo…

En ese mirar retrospectivo, privilegio de la memoria, el poeta recupera trozos de infancia, y con ellos en su haber puede expresar: Hemos desandado el tiempo / donde de niños aprendimos a contemplar tantas cosas. -“Un pedazo de mar, una ventana” -, y del mismo poema surge la nostálgica escena:

He llegado con los ojos vacíos de recuerdos,
cortando frases para hacer todo más exacto
frente a la lluvia que nos encadena
en las rejas del tiempo.

La tercera parte, como se aprecia, está dedicada a recuperar el tiempo pasado, así como Marcel Proust se lanzara A la recherche du temps perdu. Como en algún lugar reconoció el poeta, Al final de las palabras constituye una Memoria. Una  compilación de saudades y reminiscencias selectas filtradas por la magia de una poesía con trasparencias de cristales de ventanas con visión hacia el pasado y a la vez la incursión entre las neblinas del tiempo que, mediante las palabras, el poeta va con paciencia y agudo pensamiento despejando.
Uno de esos recuperados objetos extraídos del pasado es la casa solariega y su ambiente presentados en el poema “Hay un hombre que a veces llega” donde reviven las nostalgias por un pasado que no volverá a ser igual:

Queda en el tiempo
una casa
podrida de luto y de recuerdos.
Hay un jardín sin brillo. (…)
Hay también una calle estrecha
como la orilla de la memoria.
Hay un fanal antiguo como sacado de un sueño.
Y hay un hombre que a veces llega y se marcha
con una rosa roja devorada por el tiempo.
Mientras llueve (…)
y contemplamos este álbum
donde tus gestos se han disecado para siempre.

Este álbum, símbolo de la memoria, costumbre de quien atesora recuerdos y periódicamente se enfrenta en ellos a su pasado, referido a la secuencia de imágenes en desfile, más que en la memoria, en la conciencia del poeta. En ese libro repleto de pasado, tus gestos -seguro los del poeta hablándose en la segunda persona- se han disecado: son materia muerta conservada mediante los procedimientos químicos aplicados a los embalsamados. Así son los recuerdos.
Pero también ofrece David otras distintas concepciones del tiempo. En el poema “Hay memorias” parece resumirse un pensamiento totalizador de ese en busca del tiempo perdido del cual escribía Proust, actual en el poeta:


Hay memorias
que crecen como el olvido.
Y hay recuerdos que nacen como herida.
Y hay días donde el tiempo nos tiende una emboscada.
Porque quizá no somos más que eso:
memorias, olvidos, emboscadas.

Pero hay en medio del tiempo
un día que no tiene memoria.
Un día solitario como la soledad de un buey en el ocaso.
Un día que nunca está en el mismo sitio.
Un día que rueda silencioso como el eco de la voz en el aire,
porque ya alguien ha pronosticado nuestra muerte.

Es, por tanto, inevitable hablar del tiempo sin ir a dar en el límite de la vida al borde de la muerte. Ese final destino se expresa en el poema “El tiempo tiene un hueco profundo”, que concluye precisamente con este verso y uno más que, juntos, a modo de epitafio, concluyen:

El tiempo tiene un hueco profundo
donde clausura libros, voces, objetos y recuerdos.

Sentencia que mueve a recordar el verso donde César Vallejo afirmaba mediante una espeluznante metáfora: El tiempo tiene un miedo cienpiés a los relojes.
David Cortés Cabán es un meditador en sus versos. Su obra está concebida en términos conceptuales, dentro de una moderna expresión poética. Un profundo pensamiento dota de hondura filosófica a su poesía, promoviendo en ella la reflexión que nos orienta hacia el Ser-Hoy.


ERNESTO ÁLVAREZ (Puerto Rico). Narrador, poeta, ensayista. Autor de libros como Fe de Erratas, Hostos novelista: estética y psicología, Fantasía celeste y Cantar del Jíbaro Olmo. Contacto: ealvarezva@hotmail.com. Página ilustrada con obras de J. Karl Bogartte (Estados Unidos), artista invitado de esta edición de ARC.




Agulha Revista de Cultura
Fase II | Número 11 | Junho de 2015
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